tercera semana, 9 a 14 de marzo de 2019
La proximidad de la primavera se manifiesta ya en el sur de Egipto, donde el calor empieza a hacerse notar. No solo ya no llevamos bufandas por la mañana; incluso los jerseys estorban a primera hora y todo sobra desde mediodía. Decidimos así, desde el primer día de la semana, el sábado, adelantar un poco nuestro horario de trabajo y empezar la jornada en el yacimiento a las 6.30. Desde media hora antes ya hay luz solar suficiente para estar en el exterior, por lo que no hay ningún problema para ese cambio de horario. Los que estuvimos en la primera campaña, en julio de 2012, nos acordábamos estos días de los amaneceres cuando ya estábamos llegando al yacimiento, para aprovechar las horas fresquitas antes de la salida del sol.
Se ha retomado la excavación en C3, iniciada en 2018, a la que se ha añadido otra cuadrícula al sur, C4. En ellas esperamos poder encontrar restos del muro de cierre del patio por el lado meridional. A estas cuadrícula hemos incorporado la ladera occidental del patio, desde donde una extensa capa de clastos de piedra caliza cae sobre el patio. Entre los restos de este derrumbe se encontraron en la campaña 2013/4 los recipientes del depósito de momificación. No solo es interesante descubrir qué se oculta bajo este estrato en la ladera, sino que ya sabemos que algunos fragmentos de al menos uno de los recipientes de momificación quedan todavía en el patio. Alfonso se encarga de esta enorme cuadrícula mientras Daniel se ocupa de la ladera occidental junto a la supervisión del conjunto de las tareas de campo en el yacimiento, como ha hecho en las últimas tres campañas. A la derecha de la imagen general se hace evidente el canal por el que estuvo entrando el agua a la tumba durante todo el siglo XX, cuando Robert Mond la dejó abierta y sin protección tras su entrada en 1902-1904.
Tras la impresionante fotogrametría de las momias de SC3, retomamos la excavación de este espacio. Jared, uno de nuestros dos antropólogos, se encarga de ella. Se trata de la primera cámara de enterramiento –las otras dos han sido las que se estudiaron el año pasado, en la antecámara (ACBC) y en el pozo de la cámara nororiental (NECBC) – en la que podemos trabajar sin que haya intervenido, previamente, alguna persona en el siglo XX. Y la situación es la que seguramente hubo en esos dos espacios antes de la actuación de nuestros “predecesores”: restos de ajuares funerarios en cantidades altísimas.
Como muestra, basta ver cómo está la mesa de trabajo de Begoña. Superamos ya los trescientos ushebtis. Como todos los lectores recuerdan, estas estatuillas representan a trabajadores para el Más Allá, uno por cada día del año y, en teoría, un capataz para cada semana de diez días. Un ajuar tipo completo supera las cuatrocientas figurillas. Y nosotros nos estamos acercando a esa cifra. Sin embargo, en la mesa, ya clasificados por Begoña, hay hasta tres tipos diferentes, encontrados en el mismo estrato. Nos abren, por tanto una duda evidente: el conjunto de estos “respondedores” –que eso es lo que significa su nombre: los que responden cuando se les llama a trabajar– formarían un único equipo compuesto por figuras diferentes entre sí, o cada tipo corresponde a equipos diferentes. Su interpretación presenta, además, un problema adicional: el de su cronología. Están apareciendo por debajo de las momias de la fotogrametría de la semana pasada, en cuyos pies había cerámica ptolemaica. Y por ahora, las referencias más evidentes son varias copas incensarios de la Dinastía XXV: ¿estamos ante enterramientos coetáneos a la construcción de la TT 209? ¿o la cámara funcionó como enterramiento secundario, donde se trasladaron materiales del resto de la tumba, cuando fue reutilizada en una época posterior? Esperamos que la excavación nos vaya dando respuesta a estas dudas.
Desde el comienzo de la campaña, Elías se está ocupando de la excavación del pozo de enterramiento de la SC2. Esta tarea la combina con el estudio de los restos antropológicos a partir de las 12.30, en las dos horas de trabajo de mesa en el yacimiento. El año pasado dejamos la excavación a 3 m de profundidad, donde se veía en la pared norte un hueco que debía de anunciar una cámara, aunque su escasa anchura hacía dudoso que fuera el espacio principal. No parecía coherente arquitectónicamente un pozo de 1,25 m de anchura para una cámara que solo tuviera la mitad de esa anchura. En la semana pasada la cámara fue excavada y estaba completamente rellena de grandes piedras. Son tan grandes que no han podido ser traídas por ninguna riada. Tampoco han caído del techo, pues cubrían el espacio hasta muy cerca de él. Nuestra conclusión es que han sido puestas dentro para cerrar colmatar ese “nicho” que, por otra parte, es muy profundo. En consecuencia, y como los sedimentos continuaba hacia abajo, la excavación ha seguido bajando. Y bajamos y bajamos … y ya estamos a 6 metros de profundidad, y seguimos bajando. Como se ve en las imágenes, el trabajo requiere algunas soluciones ingeniosas para la toma de coordenadas y nos permite hacer algunas fotografías realmente espectaculares.
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