25 de julio de 2015, sábado
Al término de las dos últimas campañas, la fotografía de una puerta en un caso y el dibujo de otra en el segundo han representado, en esta galería de imágenes, los resultados del trabajo que terminaba y los objetivos que se comenzarían al año siguiente. Este año no habíamos previsto que hubiera nuevas puertas que presentar. Tampoco había un plan determinado, evidentemente, de cómo se terminaría el diario de actividades, pues eso depende del propio trabajo. Pero aquí estamos, de nuevo con una "puerta". Y “nueva” o mejor dicho, desconocida hasta ahora. La excavación ha vuelto ha mostrar que aunque la planificación es imprescindible, también es necesario sabe adaptarse a donde nos conduce el propio yacimiento, que es en definitiva quien, involuntariamente, da las pauta de hacia dónde hay que llevar la continuación del trabajo. En seis semanas hemos excavado la que habíamos denominado cámara lateral 1. Pero desde la cuarta semana, ya veíamos aparecer lo que no podía ser más que un vano. Así, la cámara lateral es, posiblemente, un corredor de una anchura excepcional. Pero esto solo lo podremos confirmar cuando hayamos excavado el espacio desconocido hacia el que conduce este nuevo acceso. En la próxima campaña tendremos, pues, una imagen muy distinta de la tumba. Si ya la supuesta cámara lateral 1 era una completa novedad, ahora parece que es todo un pequeño complejo de nuevos espacios lo que tendremos que incorporar al plano de las cámaras subterráneas de la TT 209. Pero eso será el año próximo.
24 de julio de 2015, viernes
La cámara de pilares al término de la campaña, tras cinco semanas de trabajo en esta sala.
23 de julio de 2015, jueves
La nueva cara de Nisemro. Tal vez sería mejor decir la cara más cercana posible, hoy, a lo que podemos recuperar de su aspecto cuando se esculpió.
La imagen que se dio a conocer el año pasado a través de la nota de prensa del Ministerio de Antigüedades egipcio presentaba el relieve tal como fue encontrado. Las concreciones salinas que habían aflorado en la superficie desfiguraban la silueta y los rasgos del representado. En esta campaña, tras unas pruebas con diferentes métodos en la zona inferior sin decoración, se ha procedido a la limpieza del relieve. Solo ha dado tiempo a hacerlo en una parte, pero ya podemos ver el rostro con una nitidez que no veíamos antes. Los rasgos kushitas y el estilo de la época son ahora más evidentes.
La imagen que se dio a conocer el año pasado a través de la nota de prensa del Ministerio de Antigüedades egipcio presentaba el relieve tal como fue encontrado. Las concreciones salinas que habían aflorado en la superficie desfiguraban la silueta y los rasgos del representado. En esta campaña, tras unas pruebas con diferentes métodos en la zona inferior sin decoración, se ha procedido a la limpieza del relieve. Solo ha dado tiempo a hacerlo en una parte, pero ya podemos ver el rostro con una nitidez que no veíamos antes. Los rasgos kushitas y el estilo de la época son ahora más evidentes.
22 de julio de 2015, miércoles
Desde la segunda campaña, cada año aparecen algunos ushebtis que van formando nuestro pequeño regimiento de arcilla. No son elegantes, carentes de la cubierta verdosa o azulada de los de fayenza. No son pequeñas obras de arte, como algunos de piedra, limitados por eso a grupos sociales privilegiados (y durante la dinastía XXV ni eso, pues son muy infrecuentes en Egipto, aunque sí presentes en la necrópolis real de Nuri). Ni siquiera podrían mantenerse de pie. Nada de eso importa si los entendemos como un testimonio de la época que estudiamos y, por eso, valiosos. Para nosotros suponen otra fuente de interrogaciones. No tienen una cronología demasiado precisa: se hicieron (y utilizaron) en todo el I milenio a.e., aunque en algunos momentos fueron más frecuentes. Eran característicos del ajuar funerario tebano en la segunda mitad del s. VIII, que es la fecha con la que trabajamos, como hipótesis, para la TT 209. Pero por ahora todos han aparecido en estratos formados por las riadas que han entrado en la tumba. Si estaban dentro, fueron sacados al patio (tal vez en el siglo XX) y el agua los ha introducido de nuevo o si han sido traídos desde las laderas cercanas es algo que no podemos saber. No son muy semejantes entre sí, pero esto no es una indicación segura para inclinarnos por una explicación u otra, pues en los conjuntos antiguos no son infrecuentes esas diferencias. En definitiva, sí son un buen testimonio de que para el historiador todas las documentos pueden aportar su parte de información para crear una imagen más precisa del yacimiento que se estudia.
21 de julio de 2015, martes
No volveremos a ver así la sala transversal en bastante tiempo: con las paredes ya parcialmente limpias y vacía, ocupada tan solo por las dos bases de mesas de ofrendas. No lo pensamos por el abatimiento que producen el cansancio –ya evidente- de seis semanas de excavación y el decaimiento por el final de la campaña. Es una realidad más prosaica: como en años pasados, vamos a utilizar la sala transversal como depósito del material que hemos encontrado –salvo los objetos que se han llevado al almacén del Gobierno egipcio que están tras la casa de Carter. Pero esta vez no será solo por los meses de ausencia pues, ya vacía, cumplirá la función de almacén durante varios años, hasta que los objetos puedan ser colocados en cámaras interiores o expedidos definitivamente a las instalaciones estatales.
Será entonces cuando volveremos a ver esta imagen, sin cajas y, tal vez ¡ojalá! con las mesas de ofrendas colocadas de nuevo en su sitio. La tumba recuperaría así el aspecto de lugar de culto para el que fue concebida y nosotros habremos cumplido uno de nuestros objetivos: devolverle en la medida de lo posible la imagen con la que fue creada y el ambiente que se propiciaba en su interior. De esta manera, intentaríamos que quien la visite perciba al menos un reflejo de la función para la que se creó, la comunicación de los fieles egipcios con los difuntos enterrados en las cámaras internas y con sus divinidades del Más Allá.
Será entonces cuando volveremos a ver esta imagen, sin cajas y, tal vez ¡ojalá! con las mesas de ofrendas colocadas de nuevo en su sitio. La tumba recuperaría así el aspecto de lugar de culto para el que fue concebida y nosotros habremos cumplido uno de nuestros objetivos: devolverle en la medida de lo posible la imagen con la que fue creada y el ambiente que se propiciaba en su interior. De esta manera, intentaríamos que quien la visite perciba al menos un reflejo de la función para la que se creó, la comunicación de los fieles egipcios con los difuntos enterrados en las cámaras internas y con sus divinidades del Más Allá.
20 de julio de 2015, lunes
Al acercarnos al final de la campaña el trabajo se transforma. En este año los cambios parecen más profundos porque esta última semana coincide con el regreso a la vida normal tras el mes del Ramadán. Ya no nos despertamos de noche, sino media hora más tarde que en las semanas pasadas, pues no hace falta empezar a las 5.00 de la mañana para evitar las horas de sol. Los trabajadores y los compañeros egipcios vuelven a beber y a comer –pero no a fumar, pues hemos conseguido que nadie lo haga en el yacimiento, no por el humo, sino por la ceniza. Todos hacemos media hora de descanso a media jornada y esta se extiende media hora más, que habíamos reducido por respeto al mes de ayuno.
Al tiempo que vamos acabando espacios de excavación sin abrir ya otros nuevos, vamos aumentando el tiempo dedicado a registro y documentación. La aparición de grandes recipientes en la sala transversal y en la lateral a medida que alcanzábamos los estratos inferiores ha tenido como consecuencia la reactivación de las tareas en el área de restauración de cerámica. Azab, nuestro colaborador habitual, ha necesitado un ayudante, Mohamed, para hacer frente al remontaje de tantos recipientes completos, a un ritmo de, al menos, uno cada día. El conjunto es tan impresionante como se ve en la fotografía.
Al tiempo que vamos acabando espacios de excavación sin abrir ya otros nuevos, vamos aumentando el tiempo dedicado a registro y documentación. La aparición de grandes recipientes en la sala transversal y en la lateral a medida que alcanzábamos los estratos inferiores ha tenido como consecuencia la reactivación de las tareas en el área de restauración de cerámica. Azab, nuestro colaborador habitual, ha necesitado un ayudante, Mohamed, para hacer frente al remontaje de tantos recipientes completos, a un ritmo de, al menos, uno cada día. El conjunto es tan impresionante como se ve en la fotografía.
19 de julio de 2015, domingo
Hay días en que la excavación nos permiten recuperar informaciones que nos hacen despertar la ilusión de estar presentes en el pasado. En realidad cada estrato es un testimonio de la vida que ha pasado por la tumba y podemos visualizar su formación. Pero algunos casos pueden ser especiales, tal vez solo por el estado de ánimo de quienes participamos en el trabajo. Hoy se ha producido uno de esos momentos que nos han producido una sensación diferente.
La conclusión de la retirada de sedimentos en la cámara lateral parecía que no podía proporcionar más novedades. En realidad siempre cabe la posibilidad de que en cámaras secundarias aparezca un pozo funerario, pero en este caso no esperábamos que fuera así. Hoy, justo sobre el suelo de piedra, hemos identificado una plataforma de adobe. Daniel ha demostrado mucha paciencia y pericia en el trabajo de campo al despejarlo. No vamos a extendernos en las dificultades técnicas de diferenciar, en un depósito arcilloso húmedo, el sedimento respecto a los bloques de adobe. Lo que ha resultado más emocionante ha sido reconocer en la superficie las cavidades que ha dejado su uso como soporte de recipientes cerámicos. En el patio, en la segunda campaña, ya habíamos identificado una plataforma semejante que también conservaba esas oquedades. Pero en esta ocasión conservamos sobre ella los recipientes, intactos, caídos hacia un lado del lugar donde habían sido depositados. Si se ha vivido un tiempo en el Egipto rural actual, se puede reconocer el gesto mismo que produce esos huecos. Nosotros, en el yacimiento, generamos oquedades idénticas, junto a al tienda, con el cántaro que nos llenan cada mañana con agua para lavarnos las manos. Basta con un movimiento giratorio para hundir su base cóncava en el suelo húmedo. Y después un suave balanceo permite verter el agua. Si los recipientes tuvieran una base plana ese uso no sería posible. Lleva realizándose miles años. La diferencia, notable, es que en el ambiente cerrado de la tumba, el gesto se realizaba en un contexto ceremonial y cargado de otros significados. Podemos imaginarnos a los familiares del difunto o a los sacerdotes llevando los recipientes y depositándolos en la plataforma, girándolos un poco para que se mantuvieran en pie, mientras pronunciaban oraciones y vertían algo de su contenido en una ofrenda o una libación.
La conclusión de la retirada de sedimentos en la cámara lateral parecía que no podía proporcionar más novedades. En realidad siempre cabe la posibilidad de que en cámaras secundarias aparezca un pozo funerario, pero en este caso no esperábamos que fuera así. Hoy, justo sobre el suelo de piedra, hemos identificado una plataforma de adobe. Daniel ha demostrado mucha paciencia y pericia en el trabajo de campo al despejarlo. No vamos a extendernos en las dificultades técnicas de diferenciar, en un depósito arcilloso húmedo, el sedimento respecto a los bloques de adobe. Lo que ha resultado más emocionante ha sido reconocer en la superficie las cavidades que ha dejado su uso como soporte de recipientes cerámicos. En el patio, en la segunda campaña, ya habíamos identificado una plataforma semejante que también conservaba esas oquedades. Pero en esta ocasión conservamos sobre ella los recipientes, intactos, caídos hacia un lado del lugar donde habían sido depositados. Si se ha vivido un tiempo en el Egipto rural actual, se puede reconocer el gesto mismo que produce esos huecos. Nosotros, en el yacimiento, generamos oquedades idénticas, junto a al tienda, con el cántaro que nos llenan cada mañana con agua para lavarnos las manos. Basta con un movimiento giratorio para hundir su base cóncava en el suelo húmedo. Y después un suave balanceo permite verter el agua. Si los recipientes tuvieran una base plana ese uso no sería posible. Lleva realizándose miles años. La diferencia, notable, es que en el ambiente cerrado de la tumba, el gesto se realizaba en un contexto ceremonial y cargado de otros significados. Podemos imaginarnos a los familiares del difunto o a los sacerdotes llevando los recipientes y depositándolos en la plataforma, girándolos un poco para que se mantuvieran en pie, mientras pronunciaban oraciones y vertían algo de su contenido en una ofrenda o una libación.
18 de julio de 2015, sábado
La sala lateral 1, SC1, al término de la quinta semana de campaña. En el estrato inmediatamente sobre su suelo se pueden ver grandes recipientes cerámicos semejantes en forma y uso a los que aparecieron en semanas previas en la sala transversal.
Hoy tampoco vamos a trabajar al yacimiento. No porque sea sábado, que siempre ha sido laborable en el proyecto, sino porque todo el país está celebrando el fin del Ramadán con cuatro o cinco días festivos. Nosotros solo nos damos libre hoy, porque justo antes del final de la campaña no podemos permitirnos mucho tiempo sin ir a la tumba. Ayer estuvimos de excursión por al necrópolis tebana, visitando el Valle de los Reyes y algunas tumbas privadas (no es exactamente una desconexión, pero sí una variación respecto al trabajo egiptológico diario) pero hoy tenemos jornada intensiva de tareas de ordenador en la casa. Hay que empezar a redactar la memoria preliminar del trabajo realizado y esta cámara (o lo que sea, porque una de las conclusiones del trabajo es que posiblemente sea otra cosa) tendrá una presencia significativa, como corresponde al trabajo que le hemos dedicado y, sobre todo, a la información que ha proporcionado. Cada estrato de la sala transversal ha tenido su prolongación en esta "sala" lateral, indicando una unidad de uso que no sospechábamos. Esto ha servido para confirmar en ella las explicaciones que deducíamos en la primera y entender mejor las funciones que cumplieron estos espacios, los dos primeros ya completamente excavados de la TT 209. Pero, además, va a ser la vía de tránsito a nuevos descubrimientos…
Hoy tampoco vamos a trabajar al yacimiento. No porque sea sábado, que siempre ha sido laborable en el proyecto, sino porque todo el país está celebrando el fin del Ramadán con cuatro o cinco días festivos. Nosotros solo nos damos libre hoy, porque justo antes del final de la campaña no podemos permitirnos mucho tiempo sin ir a la tumba. Ayer estuvimos de excursión por al necrópolis tebana, visitando el Valle de los Reyes y algunas tumbas privadas (no es exactamente una desconexión, pero sí una variación respecto al trabajo egiptológico diario) pero hoy tenemos jornada intensiva de tareas de ordenador en la casa. Hay que empezar a redactar la memoria preliminar del trabajo realizado y esta cámara (o lo que sea, porque una de las conclusiones del trabajo es que posiblemente sea otra cosa) tendrá una presencia significativa, como corresponde al trabajo que le hemos dedicado y, sobre todo, a la información que ha proporcionado. Cada estrato de la sala transversal ha tenido su prolongación en esta "sala" lateral, indicando una unidad de uso que no sospechábamos. Esto ha servido para confirmar en ella las explicaciones que deducíamos en la primera y entender mejor las funciones que cumplieron estos espacios, los dos primeros ya completamente excavados de la TT 209. Pero, además, va a ser la vía de tránsito a nuevos descubrimientos…
17 de julio de 2015, viernes
La sala de pilares al término de la quinta semana de trabajo de la campaña, la cuarta y última en que trabajamos en ella. Cuando acabe este fin de semana largo, en que se celebra el fin del Ramadán, ya no iniciaremos la retirada de ningún estrato en ella. Nos limitaremos a concluir los que han quedado hoy pendientes.
Y ya podemos empezar a evaluar las tareas que hemos realizado en ella. Se ha avanzado mucho en su excavación; el relleno de la trinchera de R. Mond está completamente concluido y en la mitad meridional hemos alcanzado el nivel de ocupación del siglo IV a.e. tanto en la nave central como en las dos laterales. Pero aún queda al menos medio metro de depósitos sedimentarios por debajo, para la próxima campaña, además de la mitad norte de la sala.
Si juzgamos por lo que hemos documentado en las otras zonas de la tumba, el año próximo han de aparecer aquí los niveles de reutilización de la tumba paralelos a los usos rituales que hemos documentado en la sala transversal a través de los grandes recipientes cerámicos (véanse los días 4 y 12 de julio de esta galería de imágenes). Pero la actividad humana no está sujeta a reglas fijas y cada sala nos da imágenes inesperadas de la vida y la muerte en el pasado. Seguro que podemos esperar alguna sorpresa cuando retomemos el trabajo.
Y ya podemos empezar a evaluar las tareas que hemos realizado en ella. Se ha avanzado mucho en su excavación; el relleno de la trinchera de R. Mond está completamente concluido y en la mitad meridional hemos alcanzado el nivel de ocupación del siglo IV a.e. tanto en la nave central como en las dos laterales. Pero aún queda al menos medio metro de depósitos sedimentarios por debajo, para la próxima campaña, además de la mitad norte de la sala.
Si juzgamos por lo que hemos documentado en las otras zonas de la tumba, el año próximo han de aparecer aquí los niveles de reutilización de la tumba paralelos a los usos rituales que hemos documentado en la sala transversal a través de los grandes recipientes cerámicos (véanse los días 4 y 12 de julio de esta galería de imágenes). Pero la actividad humana no está sujeta a reglas fijas y cada sala nos da imágenes inesperadas de la vida y la muerte en el pasado. Seguro que podemos esperar alguna sorpresa cuando retomemos el trabajo.
16 de julio de 2015, jueves
Cada campaña, por las características o la ubicación del depósito estratigráfico que excavamos, hay algún tipo de material que se hace especialmente presente. En algunos casos solo nos damos cuenta de su importancia en los últimos días, al terminar de catalogar los objetos que se han recogido durante las semanas de trabajo de campo. Por ejemplo, los conos funerarios y los animales de terracota en la segunda campaña; o los ushebtis de barro en la tercera. Pero el material que no ha dejado de aparecer en ningún año, desde el segundo día de excavación (en ese momento resultaba difícil creer lo que nos parecía estar viendo) son los instrumentos de sílex. En la actualidad llevamos registrados más de trescientos.
Aparecen ejemplares originados por diferentes procedimientos técnicos que se corresponden con cronologías también diversas. Y sin duda los más atractivos son los realizados mediante el método levallois. Llamativos porque en una tumba de fines del siglo VIII a.e., el primer material antiguo que descubrimos, hace ahora ya tres años, fueron unos núcleos de sílex con un sistema técnico que se usaba desde hace más de doscientos mil años.
¡Evidentemente no son contemporáneos a la TT 209! Se trata de piezas traídas por las riadas de agua que vienen desde la montaña tebana cuando llueve. En ella se documentaron en los años cincuenta del siglo pasado unos talleres de producción de este material. No podemos saber si los de nuestra excavación proceden de uno de estos ya conocidos o de otros, pero evidentemente se encuentra aguas arriba en el wadi o en la ladera de Gurna.
La imagen del día presenta dos de estos núcleos levallois que hemos documentado. Se trata de un método complejo, pues hay que preparar un núcleo a base de extracciones laterales hasta crear una superficie especifica y convexa de la que extraer una única “lasca preferencial”. En el núcleo de la izquierda, las flechas rojas indican la dirección de los golpes de preparación. Y con la flecha azul hemos indicado la dirección del golpe que extrajo la “lasca preferencial” y que dejó su marca “en negativo”. La lasca tendría una forma semejante a la que hemos marcado en el núcleo de la derecha. Este tipo de método remonta a lo que llamamos la Middle Stone Age africana, un periodo de la prehistoria del Norte de África equivalente al Paleolítico Medio europeo, al periodo de los neandertales. Estos ejemplares remontan al poblamiento humano más antiguo documentado en el valle del Nilo, protagonizado por homo sapiens arcaicos (aquí no hubo neandertales) que cazarían y recolectarían en la llanura aluvial de la Orilla Occidental tebana, seguramente aprovechando la presencia de animales que frecuentaban las proximidades del río.
Aparecen ejemplares originados por diferentes procedimientos técnicos que se corresponden con cronologías también diversas. Y sin duda los más atractivos son los realizados mediante el método levallois. Llamativos porque en una tumba de fines del siglo VIII a.e., el primer material antiguo que descubrimos, hace ahora ya tres años, fueron unos núcleos de sílex con un sistema técnico que se usaba desde hace más de doscientos mil años.
¡Evidentemente no son contemporáneos a la TT 209! Se trata de piezas traídas por las riadas de agua que vienen desde la montaña tebana cuando llueve. En ella se documentaron en los años cincuenta del siglo pasado unos talleres de producción de este material. No podemos saber si los de nuestra excavación proceden de uno de estos ya conocidos o de otros, pero evidentemente se encuentra aguas arriba en el wadi o en la ladera de Gurna.
La imagen del día presenta dos de estos núcleos levallois que hemos documentado. Se trata de un método complejo, pues hay que preparar un núcleo a base de extracciones laterales hasta crear una superficie especifica y convexa de la que extraer una única “lasca preferencial”. En el núcleo de la izquierda, las flechas rojas indican la dirección de los golpes de preparación. Y con la flecha azul hemos indicado la dirección del golpe que extrajo la “lasca preferencial” y que dejó su marca “en negativo”. La lasca tendría una forma semejante a la que hemos marcado en el núcleo de la derecha. Este tipo de método remonta a lo que llamamos la Middle Stone Age africana, un periodo de la prehistoria del Norte de África equivalente al Paleolítico Medio europeo, al periodo de los neandertales. Estos ejemplares remontan al poblamiento humano más antiguo documentado en el valle del Nilo, protagonizado por homo sapiens arcaicos (aquí no hubo neandertales) que cazarían y recolectarían en la llanura aluvial de la Orilla Occidental tebana, seguramente aprovechando la presencia de animales que frecuentaban las proximidades del río.
15 de julio de 2015, miércoles
Como la mayoría de las festividades religiosas de todas las sociedades, el Ramadán tiene un componente social, además del espiritual representado por el ayuno y la dedicación especial de estos días a la comunicación del creyente con Dios. Mientras el día tiene unas implicaciones más individuales, pues el sacrificio de no comer ni beber es personal, la ruptura del ayuno al atardecer y las comidas posteriores son un momento de refuerzo de las relaciones sociales, tanto dentro de la familia como con amigos y vecinos.
En los años de nuestro proyecto, que ya ha coincidido dos veces con el Ramadán, hemos tenido la oportunidad de asistir, en contextos muy diferentes, al eftar, el desayuno (literalmente, el fin del ayuno, que es el significado etimológico de la palabra en nuestra lengua).
En el Cairo asistimos hace tres años a un eftar muy popular, al término de la primera campaña de excavación y todos recordamos aquel momento como algo especial. Paseábamos por el barrio antiguo de la capital, en una zona alejada del recorrido turístico, cuando nos atrajo una mezquita antigua por sus preciosas vigas de madera talladas con motivos geométricos. Podrían haber sido románicas, pero habían sido hechas en un contexto religioso diferente. Una vez dentro, nos sentamos en las alfombras para descansar del paseo. A los que no son musulmanes esto les puede resultar chocante, pero ese es un comportamiento cotidiano en las mezquitas y es muy relajante. Al acercarse la hora de la ruptura del ayuno, empezaron a entrar hombre y mujeres del barrio. Podrían haber pasado ese momento en casa, pero era evidente que preferían hacerlo en la proximidad de su comunidad de vecinos. Unos niños empezaron a repartir bolsas de plástico trasparente, de un tamaño mediano, llenas de un líquido marrón. Cuando el muacín anunció que se había puesto el sol y se podía empezar a comer, se produjo una explosión de alegría. Mientras algunos aprovechaban la fuente de las abluciones para refrescarse la cabeza, los demás rompíamos una esquina de la bolsa y empezábamos a beber el contenido: zumo de tamarindo.
Hoy hemos tenido un eftar de amistad. Un día antes del fin del Ramadán, que será mañana, uno de los compañeros egipcios nos ha invitado a un desayuno en su casa. Nos anunció que iba a ser muy tradicional, lo que nos gustó mucho a todos ¡ya se sabe, somos historiadores!, al tiempo que advertía que fuéramos preparados para sentarnos en cojines, comer sobre una alfombra y probar recetas familiares. La mayoría del equipo tiene años de experiencia en Egipto pero, aún así, cada plato era novedoso para nosotros y cada uno mejor que el anterior. El hijo pequeño de nuestro compañero, que empieza a caminar, se encargó de poner la nota divertida mientras evitábamos que pusiera los pies donde no debía.
En los años de nuestro proyecto, que ya ha coincidido dos veces con el Ramadán, hemos tenido la oportunidad de asistir, en contextos muy diferentes, al eftar, el desayuno (literalmente, el fin del ayuno, que es el significado etimológico de la palabra en nuestra lengua).
En el Cairo asistimos hace tres años a un eftar muy popular, al término de la primera campaña de excavación y todos recordamos aquel momento como algo especial. Paseábamos por el barrio antiguo de la capital, en una zona alejada del recorrido turístico, cuando nos atrajo una mezquita antigua por sus preciosas vigas de madera talladas con motivos geométricos. Podrían haber sido románicas, pero habían sido hechas en un contexto religioso diferente. Una vez dentro, nos sentamos en las alfombras para descansar del paseo. A los que no son musulmanes esto les puede resultar chocante, pero ese es un comportamiento cotidiano en las mezquitas y es muy relajante. Al acercarse la hora de la ruptura del ayuno, empezaron a entrar hombre y mujeres del barrio. Podrían haber pasado ese momento en casa, pero era evidente que preferían hacerlo en la proximidad de su comunidad de vecinos. Unos niños empezaron a repartir bolsas de plástico trasparente, de un tamaño mediano, llenas de un líquido marrón. Cuando el muacín anunció que se había puesto el sol y se podía empezar a comer, se produjo una explosión de alegría. Mientras algunos aprovechaban la fuente de las abluciones para refrescarse la cabeza, los demás rompíamos una esquina de la bolsa y empezábamos a beber el contenido: zumo de tamarindo.
Hoy hemos tenido un eftar de amistad. Un día antes del fin del Ramadán, que será mañana, uno de los compañeros egipcios nos ha invitado a un desayuno en su casa. Nos anunció que iba a ser muy tradicional, lo que nos gustó mucho a todos ¡ya se sabe, somos historiadores!, al tiempo que advertía que fuéramos preparados para sentarnos en cojines, comer sobre una alfombra y probar recetas familiares. La mayoría del equipo tiene años de experiencia en Egipto pero, aún así, cada plato era novedoso para nosotros y cada uno mejor que el anterior. El hijo pequeño de nuestro compañero, que empieza a caminar, se encargó de poner la nota divertida mientras evitábamos que pusiera los pies donde no debía.
14 de julio de 2015, martes
Las paredes de la sala de pilares nos reservaban una novedad. En cierto modo era esperable, pues resultaba difícil imaginar que unos lienzos de más de seis metros fueran completamente lisos. En el centro de cada lado, este y oeste, está apareciendo un marco que representa una puerta, aunque el vano es macizo y no da acceso a ningún lugar. En la imagen puede verse la de la pared oriental, con uno de los lados oculto por el perfil que hemos dejado en el centro de la sala para facilitar la excavación. Resulta sugerente ver que mientras todas las puertas transitables tienen inscripciones que aluden al difunto, a los cargos que ocupó y le aseguran ofrendas eternas a través de las oraciones que reproducen, estas puertas macizas, que no abren a ningún sitio, no presentan inscripciones ni ninguna decoración, como si escritura, imágenes y utilidad tuvieran que ir unidas. Pero también puede ser una profundización en la estética de la austeridad que impera en esta sala, la que presenta una imitación del Reino Antiguo temprano más evidente de las que llevamos excavadas, en el contexto de la recuperación de modelos antiguos que se generalizará durante el Periodo Tardío.
13 de julio de 2015, lunes
Las inscripciones de los marcos decorativos de las puertas tienen zonas muy degradadas y de difícil lectura. En algunos casos, reconocer de forma precisa un signo puede aportar una información muy valiosa para determinar el nombre, los cargos o las relaciones familiares del propietario original de la TT 209.
Para esas zonas que requieren un esfuerzo adicional para determinar la lectura precisa del texto estamos aplicando la técnica de RTI, un método relativamente reciente –no tiene más de cuatro años- para reproducir digitalmente volúmenes o relieves. Se trata de hacer una serie de fotografías iluminadas desde puntos diferentes, establecidos previamente para que sean regulares, manteniendo la cámara fija exactamente en el mismo punto. Ese conjunto de imágenes se trata después en el ordenador con un programa específico que las convierte en una secuencia continua. El archivo resultante se puede leer en la pantalla del ordenador, moviendo el cursor, como si se pasara una luz rasante por la inscripción, reproduciendo el movimiento que hacen los epigrafistas con las luces cuando intentan reconocer los signos en una inscripción muy deteriorada.
Para esas zonas que requieren un esfuerzo adicional para determinar la lectura precisa del texto estamos aplicando la técnica de RTI, un método relativamente reciente –no tiene más de cuatro años- para reproducir digitalmente volúmenes o relieves. Se trata de hacer una serie de fotografías iluminadas desde puntos diferentes, establecidos previamente para que sean regulares, manteniendo la cámara fija exactamente en el mismo punto. Ese conjunto de imágenes se trata después en el ordenador con un programa específico que las convierte en una secuencia continua. El archivo resultante se puede leer en la pantalla del ordenador, moviendo el cursor, como si se pasara una luz rasante por la inscripción, reproduciendo el movimiento que hacen los epigrafistas con las luces cuando intentan reconocer los signos en una inscripción muy deteriorada.
12 de julio de 2015, domingo
Si la arquitectura de la tumba es uno de los descubrimientos llamativos de este año, la cerámica no le ha ido a la zaga en protagonismo. A los recipientes que habíamos hallado completos en la sala transversal, presentados en días anteriores, hay que añadir los que están apareciendo en la cámara lateral. A ellos hay que incorporar los que vamos reconstruyendo fragmento a fragmento en la “enfermería de cerámica” montada junto a la tienda: el lavadero, las alfombras de secado y la arena de reconstrucción.
Una de las vasijas que más ha llamado nuestra atención en estos días es el que aparece en la imagen, no por su belleza, que también la tiene, sino por el tratamiento que muestra haber recibido. Se trata en realidad de la parte inferior de una pieza mayor, de la que no sabemos cómo era la mitad superior. Ésta fue retirada, y el borde horizontal resultante fue literalmente recortado dejándole una cresta de pequeños picos que fueron después rebajados. Tanto cuidado en dar una forma nueva pero utilizable a la pieza contrasta con un segundo tratamiento, que consistió en darle en el vientre un piquetazo, inutilizándola. Y esto último no es casual, pues estamos documentándolo en buena parte de las piezas cerámicas que están apareciendo este año … Es más, como cualquier hallazgo permite ver lo ya descubierto con otros ojos, al hilo de esa circunstancia estamos revisando las formas de campañas pasadas y viendo que ya aparecía en ellas, aunque no habíamos notado que fuera algo tan generalizado.
Naturalmente, ahora tenemos nuevos interrogantes porque hay más de una vasija con ese tratamiento, por lo que no es un hecho accidental ¿por qué cortarlas así? ¿tiene alguna relación el borde recortado con la forma? ¿y el borde y el orificio?
Una de las vasijas que más ha llamado nuestra atención en estos días es el que aparece en la imagen, no por su belleza, que también la tiene, sino por el tratamiento que muestra haber recibido. Se trata en realidad de la parte inferior de una pieza mayor, de la que no sabemos cómo era la mitad superior. Ésta fue retirada, y el borde horizontal resultante fue literalmente recortado dejándole una cresta de pequeños picos que fueron después rebajados. Tanto cuidado en dar una forma nueva pero utilizable a la pieza contrasta con un segundo tratamiento, que consistió en darle en el vientre un piquetazo, inutilizándola. Y esto último no es casual, pues estamos documentándolo en buena parte de las piezas cerámicas que están apareciendo este año … Es más, como cualquier hallazgo permite ver lo ya descubierto con otros ojos, al hilo de esa circunstancia estamos revisando las formas de campañas pasadas y viendo que ya aparecía en ellas, aunque no habíamos notado que fuera algo tan generalizado.
Naturalmente, ahora tenemos nuevos interrogantes porque hay más de una vasija con ese tratamiento, por lo que no es un hecho accidental ¿por qué cortarlas así? ¿tiene alguna relación el borde recortado con la forma? ¿y el borde y el orificio?
11 de julio de 2015, sábado
Estamos tan acostumbrados a retirar todo tipo de elemento superfluo en las fotos arqueológicas, que las de este diario terminan por tener un punto de limpieza y asepsia que las hace muy propias de la imagen pública de una excavación pero también un poco alejadas del barullo real de la cotidianeidad en el yacimiento.
Esta mañana hemos tomado una vista de la sala de pilares en pleno proceso de trabajo, en un momento de cierto caos de instrumentos, y hemos decidido presentarla en el diario.
Primero, fundamental, el suelo está lleno de cables. En las fotos que hemos expuesto en los años pasados no ha salido ninguno hasta ahora porque tenemos buen cuidado de ocultarlos. Esto es necesario en las fotos arqueológicas, en las que hay que quitar todo lo que distraiga. Pero, naturalmente, son el único medio de iluminar con luz eléctrica las cámaras internas. Y como hay que moverlos para la extracción de cada estrato y después para cada nueva fotografía, no pueden estar fijos en un lugar concreto. El tablero con diferentes tomas es otro elemento común en cada sala: los enchufes múltiples de plástico no duran nada: los destruye el ambiente del interior y terminan provocando fuegos artificiales.
Hay un ventilador que nos permite sobrevivir a las condiciones climáticas internas. La temperatura es estable, en torno a 29 grados, lo que está muy bien. Pero el nivel de humedad es muy alto porque la tumba ha sido cubierta por depósitos traídos por riadas. Y nuestra propia presencia hace subir ese nivel a lo largo de la mañana. Sin las aspas moviendo el aire, sería imposible estar en el interior.
También pueden verse las botas de Juan Carlos, a quien se distingue, de perfil, ante una sección de la estratigrafía. Él mismo acababa de limpiar un estrato para su fotografiado y se había descalzado para no dejar las huellas de las suelas en la superficie ya preparada.
Aunque en la foto no se vena, siempre hay también bolsas de plástico con su etiqueta para el material de cada estrato, separado por tipos, y herramientas de trabajo.
Por último, la estación total es un elemento imprescindible en toda excavación actual. Pero como nuestra cuarta campaña se ha centrado en tres espacios diferentes de la tumba, tenemos que moverla varias veces al día. Colocarla lleva tiempo. Y hay que registra su altura cada vez que se vuelve a instalar. Para eso sirve un clavo que en la fotografía se reconoce en primer plano, marcado en el suelo mediante un plástico amarillo, para evitar que nadie lo hunda o lo quite.
Esta mañana hemos tomado una vista de la sala de pilares en pleno proceso de trabajo, en un momento de cierto caos de instrumentos, y hemos decidido presentarla en el diario.
Primero, fundamental, el suelo está lleno de cables. En las fotos que hemos expuesto en los años pasados no ha salido ninguno hasta ahora porque tenemos buen cuidado de ocultarlos. Esto es necesario en las fotos arqueológicas, en las que hay que quitar todo lo que distraiga. Pero, naturalmente, son el único medio de iluminar con luz eléctrica las cámaras internas. Y como hay que moverlos para la extracción de cada estrato y después para cada nueva fotografía, no pueden estar fijos en un lugar concreto. El tablero con diferentes tomas es otro elemento común en cada sala: los enchufes múltiples de plástico no duran nada: los destruye el ambiente del interior y terminan provocando fuegos artificiales.
Hay un ventilador que nos permite sobrevivir a las condiciones climáticas internas. La temperatura es estable, en torno a 29 grados, lo que está muy bien. Pero el nivel de humedad es muy alto porque la tumba ha sido cubierta por depósitos traídos por riadas. Y nuestra propia presencia hace subir ese nivel a lo largo de la mañana. Sin las aspas moviendo el aire, sería imposible estar en el interior.
También pueden verse las botas de Juan Carlos, a quien se distingue, de perfil, ante una sección de la estratigrafía. Él mismo acababa de limpiar un estrato para su fotografiado y se había descalzado para no dejar las huellas de las suelas en la superficie ya preparada.
Aunque en la foto no se vena, siempre hay también bolsas de plástico con su etiqueta para el material de cada estrato, separado por tipos, y herramientas de trabajo.
Por último, la estación total es un elemento imprescindible en toda excavación actual. Pero como nuestra cuarta campaña se ha centrado en tres espacios diferentes de la tumba, tenemos que moverla varias veces al día. Colocarla lleva tiempo. Y hay que registra su altura cada vez que se vuelve a instalar. Para eso sirve un clavo que en la fotografía se reconoce en primer plano, marcado en el suelo mediante un plástico amarillo, para evitar que nadie lo hunda o lo quite.
10 de julio de 2015, viernes
La sala de pilares al término de la cuarta semana de trabajo de la campaña, la tercera en que trabajamos en ella.
9 de julio de 2015, jueves
Tuvimos la suerte de que la trinchera de Mond en la sala transversal no alcanzara la vasija ptolemaica que despejamos ayer. Pero se acercó tanto que se llevó el borde de la fosa cavada como escondrijo, lo que nos permitió ver su perfil y saber que había un recipiente en su interior desde que excavamos los estratos que cubrían la trinchera, hace quince días. La propia excavación de la fosa, ayer, se vio facilitada por haber tenido un lateral despejado accidentalmente.
Retirada la tierra de la fosa, tuvimos que consolidar el recipiente con gasas, pues se veía demasiado pesado para arriesgarnos a moverlo sin asegurar su consistencia. Y, en efecto, tan pronto como lo cogimos empezó a resquebrajarse, pero por fortuna ya estaba bien sujeto y no se colapsó.
La mayor emoción vino en el momento de abrir la tapa. Estaba completamente sellada a la boca de la vasija por una materia blanquecina. Parecía algún tipo de cal o yeso y no podíamos asegurar si se había generado espontáneamente o estaba puesta a propósito. Hubo que emplear espátula para quitarla con cuidado y librar el tapón de caliza. Al levantarlo vimos que la tierra no había entrado en el recipiente, pero tampoco se veían objetos en su interior. Tan solo una capa muy fina, ahora pulverulenta, de los restos de la sustancia que contuvo la vasija quedaba en el fondo. A simple vista no podemos saber qué es.
Retirada la tierra de la fosa, tuvimos que consolidar el recipiente con gasas, pues se veía demasiado pesado para arriesgarnos a moverlo sin asegurar su consistencia. Y, en efecto, tan pronto como lo cogimos empezó a resquebrajarse, pero por fortuna ya estaba bien sujeto y no se colapsó.
La mayor emoción vino en el momento de abrir la tapa. Estaba completamente sellada a la boca de la vasija por una materia blanquecina. Parecía algún tipo de cal o yeso y no podíamos asegurar si se había generado espontáneamente o estaba puesta a propósito. Hubo que emplear espátula para quitarla con cuidado y librar el tapón de caliza. Al levantarlo vimos que la tierra no había entrado en el recipiente, pero tampoco se veían objetos en su interior. Tan solo una capa muy fina, ahora pulverulenta, de los restos de la sustancia que contuvo la vasija quedaba en el fondo. A simple vista no podemos saber qué es.
8 de julio de 2015, miércoles
Hace algo más de dos mil años, alguien entró en la cámara de pilares de la TT 209 con un gran recipiente de cerámica. No podemos saber si era hombre o mujer, pero si hubiera sido el segundo caso, tendría que haber sido excepcionalmente fuerte, por lo que parece más probable que fuera un varón. Es más, si la vasija hubiera tenido un contenido de un cierto peso, una sola persona no habría sido suficiente para moverla; se harían necesarios al menos dos. Además, junto al borde tiene cuatro pequeñas asas que pudieron haber sido utilizadas para pasar una soga y facilitar el manejo a quienes la movieran.
Nos los imaginamos entrando sigilosos (a efectos de la narración vamos a pensar en dos individuos, aunque sepamos que estos pueden representar a uno o a varios más). Llegados a la sala, cavaron un agujero en el suelo, justo detrás del primer pilar de la izquierda. El emplazamiento no podía verse desde la puerta de la cámara, por lo que da la impresión que se pretendía ocultar dónde se había removido la tierra. E incluso tener una referencia fácil por estar situado junto al pilar. El agujero fue cavado bastante profundo, porque la cerámica medía más de 55 centímetros de altura y nuestros personajes querían, sin duda, que quedase completamente enterrada. Y así lo consiguieron.
El contenido era importante porque alguien se preocupó de crear una tapa de caliza, de grosor excepcional, que encajase con exactitud en la boca del recipiente. Si los dos protagonistas de nuestra historia pusieron algún tipo de cierre de madera o de otra materia de tipo vegetal hoy no ha sido posible ya distinguirlo. Pero sí podemos saber que la cavidad no fue cerrada con cerámica o piedra, pues no quedan restos y, de existir, estos habrían sido reconocidos en la excavación, lo que no es el caso.
No podemos saber si los autores de este curioso escondrijo vivieron un tiempo breve o más largo después de enterrar la vasija o si alguno la utilizó con regularidad para proteger un contenido que por ahora desconocemos. Pero el recipiente quedó abandonado y no fue descubierto después, pues nosotros lo hemos encontrado todavía con su tapa original, perfectamente encajada.
La forma de la vasija está documentada en época ptolemaica, por lo que podemos saber que esta actuación tuvo lugar entre los siglos III y II a.e. Es la misma cronología que la de estilo floral en que se centró la entrada del 23 de junio de 2015. La excavación no permite conocer las circunstancias que motivaron su enterramiento. Es decir, si hubo un acontecimiento histórico de importancia excepcional que forzó a alguien a ocultar alguna posesión de valor excepcional o si es el producto de la simple cotidianeidad de unas vidas anónimas. Un historiador del siglo XIX habría visto la necesidad de proteger unos bienes en tiempo de guerra e invasiones. Pero el siglo XX nos ha enseñado que los gestos de todo humano en las circunstancias más comunes dejan también su huella arqueológica.
Nos los imaginamos entrando sigilosos (a efectos de la narración vamos a pensar en dos individuos, aunque sepamos que estos pueden representar a uno o a varios más). Llegados a la sala, cavaron un agujero en el suelo, justo detrás del primer pilar de la izquierda. El emplazamiento no podía verse desde la puerta de la cámara, por lo que da la impresión que se pretendía ocultar dónde se había removido la tierra. E incluso tener una referencia fácil por estar situado junto al pilar. El agujero fue cavado bastante profundo, porque la cerámica medía más de 55 centímetros de altura y nuestros personajes querían, sin duda, que quedase completamente enterrada. Y así lo consiguieron.
El contenido era importante porque alguien se preocupó de crear una tapa de caliza, de grosor excepcional, que encajase con exactitud en la boca del recipiente. Si los dos protagonistas de nuestra historia pusieron algún tipo de cierre de madera o de otra materia de tipo vegetal hoy no ha sido posible ya distinguirlo. Pero sí podemos saber que la cavidad no fue cerrada con cerámica o piedra, pues no quedan restos y, de existir, estos habrían sido reconocidos en la excavación, lo que no es el caso.
No podemos saber si los autores de este curioso escondrijo vivieron un tiempo breve o más largo después de enterrar la vasija o si alguno la utilizó con regularidad para proteger un contenido que por ahora desconocemos. Pero el recipiente quedó abandonado y no fue descubierto después, pues nosotros lo hemos encontrado todavía con su tapa original, perfectamente encajada.
La forma de la vasija está documentada en época ptolemaica, por lo que podemos saber que esta actuación tuvo lugar entre los siglos III y II a.e. Es la misma cronología que la de estilo floral en que se centró la entrada del 23 de junio de 2015. La excavación no permite conocer las circunstancias que motivaron su enterramiento. Es decir, si hubo un acontecimiento histórico de importancia excepcional que forzó a alguien a ocultar alguna posesión de valor excepcional o si es el producto de la simple cotidianeidad de unas vidas anónimas. Un historiador del siglo XIX habría visto la necesidad de proteger unos bienes en tiempo de guerra e invasiones. Pero el siglo XX nos ha enseñado que los gestos de todo humano en las circunstancias más comunes dejan también su huella arqueológica.
7 de julio de 2015, martes
Desde la segunda campaña, tan pronto como pudimos entrar en las cámaras subterráneas, empezamos la monitorización de sus condiciones medioambientales. Pretendemos no solo conocer las variaciones microclimáticas del interior, sino también los cambios que implica nuestra presencia durante el proceso de excavación, que es una información que no suele tenerse en cuenta.
En esta primera fase, hemos instalado tres equipos de adquisición de datos de temperatura y humedad relativa. Uno está en la azotea de una vivienda cercana, para controlar las condiciones exteriores, el segundo en la sala transversal y el tercero en una de las cámaras más profundas. Los tres son muy precisos, en especial estos dos últimos, que tienen una resolución de una milésima de grado en temperatura y 1/100 % en humedad relativa. Los instrumentos están hechos por nuestro amigo Vicente Soler, del CSIC, ¡muchas gracias, Vicente! y son de características similares a los que se están usando en la cueva de Altamira y en la Cueva Pintada de Gáldar, dos de los conjuntos rupestres más importantes de nuestro país. Ya hemos retirado las mediciones en esta campaña, que cubren un ciclo anual completo, de mayo de 2014 a junio de 2015, pero hasta dentro de unas semanas no tendremos procesados los datos. Las gráficas que se incluyen en la entrada de hoy presenta algunos resultados de la primera medición, que recogió la información adquirida entre enero y abril de 2014, es decir, entre la segunda campaña -cuando se introdujeron los instrumentos- y la tercera. En el primer cuadro se pueden apreciar las diferencias de las variaciones de temperatura en los tres puntos de registro. La línea negra es la del medidor exterior, que registraba una amplitud media, es decir, una variación de temperatura entre el mediodía y la medianoche, de 26º al día. En las salas interiores, líneas roja y azul, la amplitud es mínima. La humedad relativa aumenta cuanto más profundos están instalados los medidores y, una vez más, las amplitudes son mayores fuera que dentro de la tumba. En la grafica de humedades resulta significativo el aumento de la humedad en la sala transversal (línea roja), desde finales de abril, cuando nuestro equipo entró en la tumba para iniciar las actividades de la tercera campaña. Esta estabilidad en las condiciones medioambientales tiene un efecto positivo en la relativamente buena conservación de la tumba. |
6 de julio de 2015, lunes
La sala transversal al término del proceso de excavación. En primer término pueden verse las bases para dos mesas de ofrendas. Una de ellas apareció durante la campaña de 2014.
5 de julio de 2015, domingo
¡Feliz cumpleaños, doscientosnueves!
Hoy hace tres años del comienzo de las excavaciones. En realidad, el trabajo de biblioteca y la reunión de documentación para el proyecto dos cero nueve se había iniciado años antes. Pero fue el 5 de julio de 2012 cuando se iniciaron las actividades de campo.
Para celebrarlo hemos puesto una sucesión de imágenes de aquel primer día.
En la primera se ve el emplazamiento del yacimiento antes de hacer nada, completamente cubierto de basuras y sin la posibilidad de distinguir en superficie ninguna huella de que la tumba podía estar allí. En todo caso, el corte vertical en la roca madre que se ve en el centro de la fotografía podía ser el testimonio de que hubiera una fachada, pero era tan poco lo que podía verse que podía también tratarse de un corte natural o debido a otras causas.
En la segunda, algunos miembros del equipo observan, expectantes, la limpieza de basura de la superficie. Era el primer paso, imprescindible, antes de empezar una verdadera excavación.
La tercera muestra la superficie limpiada en ese primer día. Quitamos basura, evidentemente, en una extensión más amplia que la que pensábamos abrir con la primera cuadrícula, pero era imprescindible crear una superficie limpia amplia por motivos de salud.
Por último, la cuarta muestra el estado del yacimiento tres años después, con la imagen tomada desde una perspectiva semejante a las anteriores. No es necesario glosar el cambio drástico que ha experimentado la zona, se hace evidente. Las imágenes son también una forma de mostrar el trabajo que ha realizado un amplio equipo de personas en estos tres años. Feliz cumpleaños a todos y todas los que han participado hasta ahora en el proyecto.
Hoy hace tres años del comienzo de las excavaciones. En realidad, el trabajo de biblioteca y la reunión de documentación para el proyecto dos cero nueve se había iniciado años antes. Pero fue el 5 de julio de 2012 cuando se iniciaron las actividades de campo.
Para celebrarlo hemos puesto una sucesión de imágenes de aquel primer día.
En la primera se ve el emplazamiento del yacimiento antes de hacer nada, completamente cubierto de basuras y sin la posibilidad de distinguir en superficie ninguna huella de que la tumba podía estar allí. En todo caso, el corte vertical en la roca madre que se ve en el centro de la fotografía podía ser el testimonio de que hubiera una fachada, pero era tan poco lo que podía verse que podía también tratarse de un corte natural o debido a otras causas.
En la segunda, algunos miembros del equipo observan, expectantes, la limpieza de basura de la superficie. Era el primer paso, imprescindible, antes de empezar una verdadera excavación.
La tercera muestra la superficie limpiada en ese primer día. Quitamos basura, evidentemente, en una extensión más amplia que la que pensábamos abrir con la primera cuadrícula, pero era imprescindible crear una superficie limpia amplia por motivos de salud.
Por último, la cuarta muestra el estado del yacimiento tres años después, con la imagen tomada desde una perspectiva semejante a las anteriores. No es necesario glosar el cambio drástico que ha experimentado la zona, se hace evidente. Las imágenes son también una forma de mostrar el trabajo que ha realizado un amplio equipo de personas en estos tres años. Feliz cumpleaños a todos y todas los que han participado hasta ahora en el proyecto.
4 de julio de 2015, sábado
La excavación de la sala transversal ha terminado. Sobre el suelo hemos terminado de limpiar los recipientes que sirvieron en un ritual funerario. Sabemos que no es el del propietario original. En algún momento posterior, varios siglos después de Nisemro, la cámara transversal fue limpiada y reutilizada para ceremonias que probablemente estén ligadas a otro enterramiento. Y ya entonces, entró el agua y esa primera fase de reutilización quedó anegada en el limo de esa riada, por ahora la más antigua que hemos identificado.
Para nosotros resulta muy emotivo haber terminado la excavación de esa sala y documentar esos rituales en el día de hoy. Hace tres años, en este mismo 4 de julio, firmamos el último documento que nos permitía empezar a trabajar en la TT 209.
Para nosotros resulta muy emotivo haber terminado la excavación de esa sala y documentar esos rituales en el día de hoy. Hace tres años, en este mismo 4 de julio, firmamos el último documento que nos permitía empezar a trabajar en la TT 209.
3 de julio de 2015, viernes
La sala de pilares al término de la tercera semana de trabajo de la campaña, la segunda semana en que actuamos en ella.
2 de julio de 2015, jueves
La actividad de la semana se ha centrado en la sala transversal. Día a día hemos retirado los últimos niveles de uso de esta cámara. Los recipientes de cerámica han sido el testimonio indudable, estrato a estrato, de la continuidad de la actividad ceremonial durante varios siglos tras su construcción. Si el resto de la tumba era también marco de esas actividades lo veremos cuando nos vayamos acercando a los niveles directamente por encima del suelo en otras estancias.
Al mismo tiempo, íbamos despejando el elemento decorativo más significativo de la cámara transversal y, seguramente, de toda la TT 209: las cuatro semicolumnas de la pared norte. En la mitad oeste ya se ve la base, en mejor estado de conservación que la parte superior. Se trata de un rasgo sin paralelo en otras tumbas tebanas, por lo que apenas sirven para añadir información a uno de los problemas fundamentales de la tumba, que es su cronología. Pero desde la perspectiva de la originalidad, su presencia es fundamental, pues dotan de una personalidad específica a la cámara y al conjunto de la tumba. Y desde el punto de vista simbólico, son una pieza fundamental para transmitir un mensaje de múltiples significados. La forma de estas columnas es la del signo jeroglífico w3d que significa tanto el color verde como una serie de verbos relacionados con los conceptos de brotar, crecer y, por extensión, renacer. Este es un significado fundamental en un espacio construido para albergar el cuerpo de un difunto al que se quiere dotar de la capacidad de volver a vivir. Pero también recuerdan las columnas de los templos, con su significado de plantas que surgen de las aguas primordiales. Precisamente, una de las interpretaciones actuales de las grandes tumbas tebanas del Periodo Tardío es que eran comprendidas por quienes las utilizaron como lugares de culto equiparables a los santuarios de los dioses.
Al mismo tiempo, íbamos despejando el elemento decorativo más significativo de la cámara transversal y, seguramente, de toda la TT 209: las cuatro semicolumnas de la pared norte. En la mitad oeste ya se ve la base, en mejor estado de conservación que la parte superior. Se trata de un rasgo sin paralelo en otras tumbas tebanas, por lo que apenas sirven para añadir información a uno de los problemas fundamentales de la tumba, que es su cronología. Pero desde la perspectiva de la originalidad, su presencia es fundamental, pues dotan de una personalidad específica a la cámara y al conjunto de la tumba. Y desde el punto de vista simbólico, son una pieza fundamental para transmitir un mensaje de múltiples significados. La forma de estas columnas es la del signo jeroglífico w3d que significa tanto el color verde como una serie de verbos relacionados con los conceptos de brotar, crecer y, por extensión, renacer. Este es un significado fundamental en un espacio construido para albergar el cuerpo de un difunto al que se quiere dotar de la capacidad de volver a vivir. Pero también recuerdan las columnas de los templos, con su significado de plantas que surgen de las aguas primordiales. Precisamente, una de las interpretaciones actuales de las grandes tumbas tebanas del Periodo Tardío es que eran comprendidas por quienes las utilizaron como lugares de culto equiparables a los santuarios de los dioses.
1 de julio de 2015, miércoles
Durante toda la mañana nos han llegado noticias terribles. La paz en la necrópolis tebana, con solo tres misiones activas, y la agradable “rutina” del trabajo de excavación desentonaban con las referencias a situaciones muy diferentes en el Sinaí.
Y en la tarde, la montaña seguía mostrando su impresionante belleza. Y es nuestro pensamiento el que parece necesitar que le dotemos de opiniones y personalidad. Así, nos gustaría pensar que la montaña protege a sus habitantes actuales y a quienes trabajamos en ella como resguarda las tumbas de los antiguos. O más escépticamente, podríamos decir que mira con distancia los acontecimientos que se suceden en su país. Siempre serán nuestros propios puntos de vista. Mientras, la vida sigue. Y desde nuestro balcón, podemos ver esta imagen cada noche. Es tan hermoso que se comprende que haya quien abandone muchas cosas por volver.
Y en la tarde, la montaña seguía mostrando su impresionante belleza. Y es nuestro pensamiento el que parece necesitar que le dotemos de opiniones y personalidad. Así, nos gustaría pensar que la montaña protege a sus habitantes actuales y a quienes trabajamos en ella como resguarda las tumbas de los antiguos. O más escépticamente, podríamos decir que mira con distancia los acontecimientos que se suceden en su país. Siempre serán nuestros propios puntos de vista. Mientras, la vida sigue. Y desde nuestro balcón, podemos ver esta imagen cada noche. Es tan hermoso que se comprende que haya quien abandone muchas cosas por volver.