6 de agosto de 2016, sábado
Cuando un epigrafista intenta leer un signo esculpido muy deteriorado utiliza una fuente de luz que desplaza muy cerca de la pared para que la luz rasante resalte la silueta deteriorada y permita distinguir el signo, un jeroglifo en el caso de textos egipcios antiguos. Después lo dibuja en su papel. A pesar de la sorpresa e incluso cierta desconfianza que suelen expresar las personas a las que se les dice que el ojo, la mano y el papel no han sido todavía superados por el ordenador para el trabajo epigráfico, la realidad es que los epigrafistas siguen utilizando los métodos tradicionales, pero alguna de las partes del proceso están siendo complementadas mediante medios informáticos.
Una de las innovaciones consiste en realizar el dibujo final no a mano sobre el papel sino en la pantalla del ordenador, lo que llamamos epigrafía digital. Otra de las renovaciones aún más reciente –bastante nueva, realmente– es lo que llamamos el RTI. De forma muy abreviada consiste en crear una serie de fotografías con una cámara que no debe moverse en todo el proceso y que además del objeto debe recoger la imagen de una bola que refleja la fuente de luz y que también ha de permanecer inmóvil. Nosotros lo estamos aplicando a fotografiar las inscripciones de las puertas, muy deterioradas por concreciones salinas. En la imagen se ve una fotografía normal de uno de estos textos y otra creada mediante la técnica de RTI por José Miguel, nuestro fotógrafo. La visibilidad de los signos es mayor, como queda evidente. El proceso es además uno de los momentos más divertidos de la campaña. El que sujeta la cuerda que asegura la distancia regular del flash en cada toma tiene que retirarse cada vez esquivando cámara y bola negra, obligado a hacer un auténtico paso de baile que provoca siempre las bromas y risas del equipo.
Una de las innovaciones consiste en realizar el dibujo final no a mano sobre el papel sino en la pantalla del ordenador, lo que llamamos epigrafía digital. Otra de las renovaciones aún más reciente –bastante nueva, realmente– es lo que llamamos el RTI. De forma muy abreviada consiste en crear una serie de fotografías con una cámara que no debe moverse en todo el proceso y que además del objeto debe recoger la imagen de una bola que refleja la fuente de luz y que también ha de permanecer inmóvil. Nosotros lo estamos aplicando a fotografiar las inscripciones de las puertas, muy deterioradas por concreciones salinas. En la imagen se ve una fotografía normal de uno de estos textos y otra creada mediante la técnica de RTI por José Miguel, nuestro fotógrafo. La visibilidad de los signos es mayor, como queda evidente. El proceso es además uno de los momentos más divertidos de la campaña. El que sujeta la cuerda que asegura la distancia regular del flash en cada toma tiene que retirarse cada vez esquivando cámara y bola negra, obligado a hacer un auténtico paso de baile que provoca siempre las bromas y risas del equipo.