segunda semana, 11 a 16 de septiembre de 2021
El segundo grupo de miembros del equipo ha tenido una llegada difícil. Queremos contarlo para hacer explícito por esta vía nuestro agradecimiento a todas las personas que nos han ayudado en esa situación tan difícil. Uno de los integrantes del grupo empezó a sentirse muy mal en el vuelo mismo entre El Cairo y Luxor. Y no sabíamos qué le estaba sucediendo. En el aeropuerto internacional de Luxor, en el consultorio de primeros auxilios, recibió un tratamiento con calmantes. De ahí pasamos directamente al hospital de Karnak, el que está junto al Museo de Luxor, en la orilla oriental. El trato que recibimos fue exquisito. Una persona nos acompañaba a cada especialista siguiendo las indicaciones de los médicos de urgencia, a medida que la primera ecografía y un análisis de sangre posterior no mostraban nada definitorio. Fue con la segunda ecografía cuando por fin se detectó el problema, recibió los medicamentos oportunos y pudimos salir. Amanecía cuando María, Sergio, Jesús y Miguel entrábamos al patio de la casa en la que nos hemos alojado en las últimas siete campañas.
Además de la jaima habitual, esta semana hemos montado un quitasol que resulta menos glamuroso que la tienda y su cenefa de colores: una simple estructura de metal formando un cubo y un tejido en el techo y en la pared oriental que protege del sol y produce la sombra. No es muy bonito … pero en la mañana, hasta la hora del desayuno, deja pasar el aire y resulta bastante más agradable que el espacio cerrado de la jaima.
La excavación en torno al pilono, de la que se encarga Alfonso, proporciona la primera de las sorpresas agradables. Se conserva en bastante buen estado el umbral de piedra caliza. La piedra está muy debilitada por el doble efecto de las riadas seguidas de altas temperaturas, pero si no la pisamos resistirá bien estas semanas. Y después quedará protegida y no se podrá volver a pisar sobre él. Posiblemente tampoco volveremos a verlos, pues habrá de quedar cubierto. Pero al menos ahora vemos el umbral original, las piedras que fueron colocadas bajo la supervisión del arquitecto genial que concibió este monumento tan novedoso que fue la tumba de Nisemro. Él supo tomar elementos de la tradición egipcia pero combinándolos para crear un edificio sin precedentes en la arquitectura funeraria egipcia.
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Y esta misma semana iniciamos las tareas que nos conduzca a confirmar –o dejar en la duda si no apareciera nada– otro atisbo de la genialidad del diseñador y de la capacidad constructiva del alto funcionario para el que fue concebida la TT 209. En el extremo opuesto al pilono, en el Área 6, descubrimos en 2019 unos maltrechos restos de adobe que parecen ser la continuidad del muro que cierra la tumba por el lado occidental. Su presencia implicaría que la tumba se extendía por una tercera terraza. Para intentar confirmar esa continuidad, Daniel inicia en esta semana, en lo alto de la ladera, la limpieza del Área 7, donde esperemos que quede algún resto de ese muro. También puede suceder que el área esté tan arrasada que no quede nada y no podamos saber si hubo o no muro a esta altura. Al término de la tercera semana llevamos treinta centímetros de escombros recientes, procedentes de las casas de la aldea de Hurubat –demolida a finales de 2008– y de las riadas que han arrastrado todo tipo de desechos desde la colina de Sheikh Abd el Gurna. Estamos aún bastante altos respecto al suelo del Área 6 y está abierta la posibilidad de hallar alguna confirmación.
El inicio de la extracción de los sedimentos en SC4 deja pocas noticias reseñables. A esa altura, lo único que podemos esperar es limo aportado por las inundaciones. Y es lo que está apareciendo. Eso sí, Azab, el especialista que lo excava, y Elías, tienen que hacer auténtico contorsionismo para entrar, picar los sedimentos, retirarlos en los capazos, identificar estratos y colocar las chinchetas que permitan registrarlos con la estación total. Y las cámaras fotográficas de todos los que pasan no dejan de registrar sus esfuerzos para documentar la cámara.
No menos complicada es la tarea de Sergio con la estación total. El rayo laser que toma los datos ha de entrar desde un punto de estacionamiento exterior, pues la escasa altura despejada en el interior no permite introducir el instrumento. Y el vano es estrecho, por lo que tiene que ingeniárselas para triangular las chinchetas en el interior asegurando que los datos de la parte visible desde fuera son suficientes para que la fotogrametría que hace en el interior quede bien coordenada. Pero en situaciones más complicadas se ha visto dentro de la tumba y ha salido airoso.
No menos complicada es la tarea de Sergio con la estación total. El rayo laser que toma los datos ha de entrar desde un punto de estacionamiento exterior, pues la escasa altura despejada en el interior no permite introducir el instrumento. Y el vano es estrecho, por lo que tiene que ingeniárselas para triangular las chinchetas en el interior asegurando que los datos de la parte visible desde fuera son suficientes para que la fotogrametría que hace en el interior quede bien coordenada. Pero en situaciones más complicadas se ha visto dentro de la tumba y ha salido airoso.
La cámara de enterramiento de SC2 prosigue dando novedades. Lo hace con cierta lentitud, pero sin pausa, como si quisiera dar a Karin y a su equipo –Fadel y Aljahlan, con quienes comparte cámara desde hace dos años– ánimos para continuar. Sabemos que el enterramiento excavado en la semana pasada, con su red de cuentas, tenía que ser de época ptolemaica, por la copa muy reconocible que apareció junto a la boca del pozo en este estrato. A comienzos de esta semana, en la esquina sureste, cerca de la entrada, pero oculto a la vista desde el exterior, hemos retirado el esqueleto de un perro que se encontraba en el mismo estrato y debía de estar ligado al enterramiento humano. No está tan bien conservado como el de SC3, por lo que no podemos afirmar que estuviera momificado. Pero estaba bien colocado en paralelo a la pared y recostado sobre uno de sus flancos. No puede dudarse de que fue depositado con cuidado. Es el segundo enterramiento de perro que documentamos: uno en cada depósito ptolemaico excavado. Dos no son casualidad y tendremos que empezar a obtener conclusiones de esa circunstancia.
Como cada estrato de la cámara va aportando algo nuevo, tan pronto como retiramos el animal y la capa de sedimentos sobre la que se apoyaba el enterramiento ptolemaico, empieza a aparecer la pintura de una plancha de madera –perdida por la humedad– de gran extensión. En ese contexto, solo puede ser un atáud. Otro. Y en cuanto a las temperaturas, mejor ni hablamos … |