primera semana, 27 a 28 de febrero de 2019
El 27 de febrero, con Karin estrenando su cargo de subdirectora de la Misión, Begoña y Jared como veteranos y tres nuevas incorporaciones al equipo, Pía, María y Katherine, empezábamos la séptima campaña del proyecto dos cero nueve. Los permisos del comité Permanente y de la seguridad nacional habían sido concedidos con tiempo suficiente para organizar sin problema los vuelos de llegada de los miembros del equipo. En los primeros días de la semana –según el calendario musulmán– es decir, el sábado y el domingo previos, habíamos firmado el contrato de excavación en las nuevas instalaciones del Ministerio de Antigüedades, junto a las pirámides de Guiza, cerca de El Cairo, y en los días siguientes, lunes 25 y martes 26, habíamos obtenido los permisos de apertura en Luxor y en la Orilla Occidental.
Así, el miércoles 27, desde primera hora pudimos abrir la puerta sellada de la TT 209. La vaharada de humedad y un cierto mal olor eran más intensos que el año pasado. La subida indeseable de la humedad en el interior ya la suponíamos. En la sexta campaña se excavaron dos pozos de enterramiento y se inició el trabajo en un tercero lo que implicaba una gran superficie de piedra caliza embebida con las aguas de inundaciones recientes –es decir, de fines del siglo XX- que irían secándose paulatinamente soltando su humedad al ambiente cerrado de las cámaras. En julio ya lo habíamos experimentado, cuando abrimos por un día la TT 209 para llevar muestras de laboratorio a El Cairo. De hecho, en el verano pasado la humedad era bastante más alta que al abrir ahora en invierno.
Ese día pudimos “disfrutar” de un característico día de mudanzas. Cajas y bártulos se amontonaban en el suelo, cerca del emplazamiento habitual de la tienda. El desayuno hubo de improvisarse sobre cualquier asiento, al sol. Pero no resultaba molesto, pues las temperaturas de Luxor están siendo más bajas de lo que es habitual a finales de febrero.
Ese día pudimos “disfrutar” de un característico día de mudanzas. Cajas y bártulos se amontonaban en el suelo, cerca del emplazamiento habitual de la tienda. El desayuno hubo de improvisarse sobre cualquier asiento, al sol. Pero no resultaba molesto, pues las temperaturas de Luxor están siendo más bajas de lo que es habitual a finales de febrero.
Este año nuestra jaima es idéntica a la de las seis campañas precedentes, pero no es la misma. Es más grande y no más limpia que la que hemos usado hasta ahora. Con más espacio, resulta más cómoda, en especial porque le hemos levantado dos bancos –mastabas– con los adobes marcados con el logo ULL que se elaboraron en la campaña pasada. Están además recubiertos con una alfombra de fibras vegetales nueva para celebrar la ocasión.
El jueves, impacientes por tocar material arqueológico, empezamos a mover y abrir cajas con los hallazgos de las campañas pasadas, cada cual por su especialidad. Con ayuda de Begoña, como responsable de catalogación y almacenamiento, María tuvo su primer contacto con las cerámicas de la TT 209: la secuencia completa de la trinchera del wadi, uno de las zonas de la que esperamos una información más significativa, pues con su información vamos a tener que deducir a qué altura estaba el cauce del wadi cuando se construyó la tumba. Pía ha abierto las cajas con los tejidos y los demás restos del depósito de momificación que se halló en 2013/4 y 2014. Jared volvió a sus huesos, pues le quedaba por estudiar algunos de los que aparecieron en 2018. Y Karin hizo una revisión precisa del estado de las cuadrículas exteriores y las salas que se van a excavar este año, tan pronto como lleguen a Egipto esa misma noche el siguiente grupo de miembros del equipo y la estación total.
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