tercera semana, 18 a 23 de septiembre de 2021
A las 4:00 de la madrugada, o poco después, según la rapidez que queramos o podamos imponernos a nosotros mismos tras despertarnos, empiezan a sonar alternativamente los despertadores en la casa. Poco después de las 5:00 vienen las prisas a los más rezagados porque a las 5:15 tenemos que estar junto a la carretera, donde ya nos espera el coche, que trae desde el río a Taya, el inspector técnico. Todavía no ha salido el sol cuando llegamos al yacimiento. Son los propios trabajadores los que nos pidieron iniciar la tarea a esas horas. Eso les permite terminar a las 11:30, cuando el calor ya hace muy difícil trabajar en el exterior. De hecho, a esa hora, la temperatura ya lleva varias horas haciendo difícil moverse por fuera de la protección de los espacios subterráneos.
La cámara de enterramiento de la SC2 continúa su ofrenda permanente de informaciones. Nos las merecíamos. Hubo que excavar más de siete metros de pozo hasta alcanzar la apertura de la cámara y una campaña completa retirando pacientemente los estratos más altos que colmataban su interior. Solo haber identificado su amplitud ya habría merecido el esfuerzo. Si el año pasado ya reconocíamos que era la cámara más ancha y larga de las documentadas, ahora es ya la de mayor altura. Podemos trabajar en ella de pie, lo que es un alivio para Karin, Fadel y Aljahlan tras sufrir encorvados las semanas de su excavación durante 2020. Y aún ha de ser más alta, pues no hemos llegado a la roca madre del suelo. La tabla de ataúd que aparecía en su lado oriental la semana pasada se ha visto complementada con las paredes laterales del mismo objeto. Son rectas, sin las curvas sinuosas de un ejemplar antropoide. Da vértigo, pero claramente han pertenecido a un ataúd del tipo qsrw y la tabla identificada la semana pasada era su tapa. Desgraciadamente, no queda nada de la propia madera en la que el objeto estaba elaborado. Perdida la materia orgánica por la humedad, solo el estuco pintado que recubría sus tablas testimonia, espectralmente, la presencia evanescente de un ataúd de un valor excepcional. Con parsimonia somos capaces de retirar el sedimento, dejando las líneas blancas y azules de los pigmentos que dibujan en el suelo la sección del objeto, todavía en el lugar donde les atraparon los sedimentos de las riadas. Una fotogrametría periódica permitirá en el futuro reconstruir las dimensiones del ataúd, tomadas a distintas alturas. Y, como complemento, aparecen también tres vasos canopos, por ahora, en la esquina noroccidental. Estamos excavando, sin duda, un enterramiento con sus objetos en posición original o muy cerca de ella. No podemos estar aún seguros de su cronología precisa, pero es indudablemente de Periodo Tardío.
El estudio de los ushebtis avanza rápido. Begoña ha creado, junto a Elías, una base de datos que permite dar cuenta de los ejemplares fragmentados y hallar el número mínimo por grupo. Y está dando resultados positivos en agruparlos por tamaños. En esta semana, sin embargo, tuvimos que enfrentarnos a un pequeño problema que nos proporcionó “entretenimiento” unas horas. Se trata de una situación que puede afectar a las excavaciones con estratos de época contemporánea cargados de objetos. Una pieza aparecida en contextos del siglo XX, ¿es moderno o es antiguo arrastrado por las riadas u otros agentes desde una edificación antigua? Ambos casos son posibles, pero solo una respuesta es válida. En nuestro caso, hemos tenido que dar varias vueltas a dos fragmentos de cuerpos de ushebti con texto recogidos en la sala de pilares. Los signos tienen buena factura, aunque la ortografía de las palabras y la frase misma, produce serias dudas. Por otra parte, la materia prima, la fayenza, es de muy buena calidad, y varios especialistas nos decían que podía ser antigua. La solución nos vino del exterior de la TT 209, del patio. Decidimos compararlos con una amplia colección de objetos de fayenza fragmentados que aparecieron en la primera campaña, en los primerísimos días del proyecto. En aquel caso, no había duda de que pertenecían a un lote de un vendedor o de un artesano que trabajaba para elaborar piezas que se vendían como réplicas a los turistas … y como antigüedades a los incautos. Uno de los cuerpos pega con un pecho y brazos de ese conjunto y, sobre todo, una vez unidos ambos, el texto no tiene un comienzo ortodoxo, empieza en mitad de una frase, lo que termina de confirmar su autoría reciente.
El exterior de la TT 209 ha sido tan productivo en esta semana como el interior de la tumba. El esfuerzo de retirar los escombros recientes acumulados en lo alto de la ladera ha empezado a dar resultados. Daniel y su equipo –Yusef, Abdu, los encargados de la curia y los porteadores, una larga veintena de personas– encontrado la esquina noroccidental del recinto de superficie de la TT 209. No hay duda: apenas queda una hilera y media de adobes, pero están bien conservados, visibilizan la anchura completa del muro y por el lado exterior hay una capa de clastos de caliza que se apoyan en la cara misma del muro, como en el resto de los paramentos exteriores: tenemos la longitud completa del edificio. Ya solo falta que la semana próxima consigamos ver su continuidad hacia el este.
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Una montaña de bloques y clastos de caliza apoyados sobre la pared meridional del pilono nos proporcionan otra de las sorpresas de la semana. Al girar con cuidado un sillar esculpido que parecía tener bordes bien tallados, Alfonso y Mahmud han podido ver el relieve esculpido de Nisemro, en actitud de marcha. La superficie está en una situación lamentable debido al deterioro que las riadas y el calor han sometido a la roca. Podemos reconocer el pelo corto pegado a la cabeza, el pliegue kushita en la comisura de la boca, el cuello grueso, el cuerpo cruzado por una banda, un pezón y un ombligo muy característicos. Sobre él, los dos signos jeroglíficos inferiores de una inscripción delimitada por sus bandas laterales nos permiten obtener la anchura de la columna de texto. Y con ella y las medidas del sillar inferior de esta jamba, todavía in situ, reconstruir la decoración de las jambas de la puerta y el aspecto exterior del pilono: las jambas estaban decoradas con sendos relieves mirando hacia el vano y una inscripción vertical sobre ellos afirmaba la personalidad del propietario.
Es difícil decidir qué descubrimiento ha sido más impactante en esta semana. |