23 de enero de 2018, martes
Las grandes ciudades tienen sus problemas de aparcamiento. Y antes de que la gran necrópolis de la Orilla Occidental los tenga, o al menos el South Asasif en que nos hallamos, nosotros hemos encontrado una solución a la dispersión de los medios de automoción. Tenemos un parking de motos.
Una parte de los trabajadores, además de Hassaan, vienen con sus propias motos. Y alguno viene en bicicleta, lo que, por cierto, no es aquí testimonio de conciencia ecológica. La mayoría, unas y otras, son de fabricación china. Y las dejaban desperdigadas por el área. Para evitar esa dispersión, nuestro inspector ha marcado una zona de aparcamiento, delimitada por los muros que sobresalen del suelo de una de las casas de Hurubat. Lo que antes era una sala de reunión familiar ahora acoge los vehículos. Estéticamente es mejor y, sobre todo, tiene otra ventaja: no circulan por todo el área, haciendo vibrar el suelo, pues en la necrópolis tebana nunca se sabe qué puede haber por debajo de la superficie.
Una parte de los trabajadores, además de Hassaan, vienen con sus propias motos. Y alguno viene en bicicleta, lo que, por cierto, no es aquí testimonio de conciencia ecológica. La mayoría, unas y otras, son de fabricación china. Y las dejaban desperdigadas por el área. Para evitar esa dispersión, nuestro inspector ha marcado una zona de aparcamiento, delimitada por los muros que sobresalen del suelo de una de las casas de Hurubat. Lo que antes era una sala de reunión familiar ahora acoge los vehículos. Estéticamente es mejor y, sobre todo, tiene otra ventaja: no circulan por todo el área, haciendo vibrar el suelo, pues en la necrópolis tebana nunca se sabe qué puede haber por debajo de la superficie.