30 de julio de 2016, sábado
Como nos sucede cada año, la campaña empieza retirando estratos superiores del depósito en los que apenas aparece material. Para nosotros esa ausencia es también una información interesante, que manifiesta el abandono que sufrieron la tumba y el mismo wady en una época posterior a la reutilización intensa que descubrimos el año pasado. Un poco más difícil es identificar la fecha de esos depósitos por su escaso material, pero en general es suficiente para hacerlo.
En la cámara de los pilares, en su mitad occidental, ya hemos llegado a la altura en que los estratos no se producen por causas naturales –básicamente la entrada de riadas provocadas por las lluvias– sino por intervención humana. La presencia de visitantes que entraron para realizar alguna acción cultual se manifiesta, por ejemplo, en el hallazgo de estos tres recipientes: una botella, un plato relativamente grande y otro que presenta todos sus bordes recortados.
No hace falta mucha imaginación para reconstruir la situación en que fueron introducidos en la cámara. Alguien entró en la tumba para rezar una oración. Aún no hemos encontrado ningún enterramiento, por lo que no sabemos si el receptor o receptora del rito estaba enterrado en la TT 209 –lo más probable, pero ya veremos– o si ésta se utilizó como centro de culto para una necrópolis ubicada en otro lugar cercano. En las manos llevaba, al menos, un recipiente lleno de un líquido –agua, leche, vino– y dos platos; es posible que alguno de ellos o los dos contuviera algún alimento sólido y que éste fuera pan es una de las posibilidades más firmes. Depositados los platos, volcado el líquido sobre ellos o directamente en el suelo y pronunciada la plegaria, el piadoso o la piadosa visitante se habría retirado, reconfortado por sus gestos y la comunicación con sus deudos que le habría proporcionado el rito. Miles de años después nosotros encontramos los restos de su actuación y, una vez medido el hallazgo, fotografiado y documentado con coordenadas de la estación total, en el momento mismo de recoger los objetos, podemos todavía sentir en los dedos una cierta identificación con aquella persona y casi verla salir de la tumba, quizás con lágrimas, tal vez con una sonrisa, tras haber sentido que había hablado con sus seres perdidos.
En la cámara de los pilares, en su mitad occidental, ya hemos llegado a la altura en que los estratos no se producen por causas naturales –básicamente la entrada de riadas provocadas por las lluvias– sino por intervención humana. La presencia de visitantes que entraron para realizar alguna acción cultual se manifiesta, por ejemplo, en el hallazgo de estos tres recipientes: una botella, un plato relativamente grande y otro que presenta todos sus bordes recortados.
No hace falta mucha imaginación para reconstruir la situación en que fueron introducidos en la cámara. Alguien entró en la tumba para rezar una oración. Aún no hemos encontrado ningún enterramiento, por lo que no sabemos si el receptor o receptora del rito estaba enterrado en la TT 209 –lo más probable, pero ya veremos– o si ésta se utilizó como centro de culto para una necrópolis ubicada en otro lugar cercano. En las manos llevaba, al menos, un recipiente lleno de un líquido –agua, leche, vino– y dos platos; es posible que alguno de ellos o los dos contuviera algún alimento sólido y que éste fuera pan es una de las posibilidades más firmes. Depositados los platos, volcado el líquido sobre ellos o directamente en el suelo y pronunciada la plegaria, el piadoso o la piadosa visitante se habría retirado, reconfortado por sus gestos y la comunicación con sus deudos que le habría proporcionado el rito. Miles de años después nosotros encontramos los restos de su actuación y, una vez medido el hallazgo, fotografiado y documentado con coordenadas de la estación total, en el momento mismo de recoger los objetos, podemos todavía sentir en los dedos una cierta identificación con aquella persona y casi verla salir de la tumba, quizás con lágrimas, tal vez con una sonrisa, tras haber sentido que había hablado con sus seres perdidos.