7 de febrero de 2018, miércoles
Uno de los objetivos del proyecto, como de la mayoría de los que se desarrollan actualmente en Egipto, es la protección del yacimiento que se estudia. Ya no son posibles barrabasadas como la que sufrió la TT 209, cuando fue abierta a comienzos del siglo XX y quien lo hizo no se preocupó por cerrarla e impedir que el agua del wadi pudiera entrar en ella. Es cierto que, posiblemente, esa persona no sabía que llueve bastante en la montaña tebana.
Una de las medidas de protección que nos proponemos llevar a cabo en esta campaña –por cierto, se puede hablar y escribir sin usar el neologismo “implementar”– es el de un ligero recrecido de los muros de la superestructura. Este es el término con que en Egiptología se denomina el edificio en superficie del complejo funerario que, en el caso de la TT 209, es un patio y, al norte de este, una cámara longitudinal sobre la ladera.
Para probar nuestras fuerzas, es decir, para calcular porcentajes de arcilla, desgrasantes y agua, tiempo empleado y muy importante, que el sello que vamos a imprimir en la superficie funcionaba bien, hemos hecho una pequeña cantidad de adobes. El sello es absolutamente “hecho en casa”. Nuestro arquitecto y restaurador, Fernando, y Manuel, su hijo, se han entretenido en hacerlo como una auténtica manualidad. En plural, pues han terminado dos ¡muchas gracias a ambos!
El sello no es una cuestión baladí. Vamos a crear adobes que deben mimetizarse con los antiguos para que no resulten muy chocantes, pero que deben ser claramente distinguibles de los antiguos. Para eso habrá un tejido especial que separará internamente los históricos de los nuevos y estos, además, podrán reconocerse sin duda alguna mediante la impronta de nuestro sello.
Una de las medidas de protección que nos proponemos llevar a cabo en esta campaña –por cierto, se puede hablar y escribir sin usar el neologismo “implementar”– es el de un ligero recrecido de los muros de la superestructura. Este es el término con que en Egiptología se denomina el edificio en superficie del complejo funerario que, en el caso de la TT 209, es un patio y, al norte de este, una cámara longitudinal sobre la ladera.
Para probar nuestras fuerzas, es decir, para calcular porcentajes de arcilla, desgrasantes y agua, tiempo empleado y muy importante, que el sello que vamos a imprimir en la superficie funcionaba bien, hemos hecho una pequeña cantidad de adobes. El sello es absolutamente “hecho en casa”. Nuestro arquitecto y restaurador, Fernando, y Manuel, su hijo, se han entretenido en hacerlo como una auténtica manualidad. En plural, pues han terminado dos ¡muchas gracias a ambos!
El sello no es una cuestión baladí. Vamos a crear adobes que deben mimetizarse con los antiguos para que no resulten muy chocantes, pero que deben ser claramente distinguibles de los antiguos. Para eso habrá un tejido especial que separará internamente los históricos de los nuevos y estos, además, podrán reconocerse sin duda alguna mediante la impronta de nuestro sello.