3 de agosto de 2016, miércoles

En 2014 apareció en el patio de la tumba un fragmento de un gran mortero de piedra. Estaba en un depósito de riada, por lo que no podemos tener una idea muy clara de si formaba parte del mobiliario usado en las estructuras de superficie de la tumba o procedía del exterior. Esta segunda posibilidad no parece la más verosímil. Estaba en una riada venida desde el wadi, no desde el canal estrecho que fluye hacia nosotros desde Sheikh Abd el Gurna. Pero el wadi drena una zona de necrópolis menos densa que la colina al norte, por lo que hay menos construcciones desde las que pueda venir un recipiente. Y su peso hace difícil que pueda ser movido desde distancias muy grandes. La probabilidad de que venga de un lugar muy cercano es alta. En consecuencia, podríamos imaginarlo formando parte del material utilizado en las ceremonias desarrolladas en los edificios cultuales de la TT 209 erigidos en la ladera.
Determinar su función es más complicado. Es de arenisca y la factura es cuidada. La superficie exterior está bien tallada, aunque se distinguen las marcas de los cinceles. Por el interior, en cambio, el acabado es muy basto; el artesano no se preocupó por disimular las marcas dejadas por sus herramientas. Presenta como decoración la banda horizontal junto al borde superior con ese rectángulo que desciende hacia el cuerpo, lo que implica una clara preocupación por su valor estético. Aunque está perdida una buena parte del recipiente, es seguro que no tenía asas, lo que nos permite deducir que no estaba pensado para ser movido regularmente del lugar en que fuera colocado. Seguramente servía para moler cereales. Tal vez con un estudio del hallazgo in situ de paralelos se pueda determinar mejor la función de los recipientes de estas características. En el templo de Luxor y en el de Medinet Habu hemos visto ejemplares similares.
Determinar su función es más complicado. Es de arenisca y la factura es cuidada. La superficie exterior está bien tallada, aunque se distinguen las marcas de los cinceles. Por el interior, en cambio, el acabado es muy basto; el artesano no se preocupó por disimular las marcas dejadas por sus herramientas. Presenta como decoración la banda horizontal junto al borde superior con ese rectángulo que desciende hacia el cuerpo, lo que implica una clara preocupación por su valor estético. Aunque está perdida una buena parte del recipiente, es seguro que no tenía asas, lo que nos permite deducir que no estaba pensado para ser movido regularmente del lugar en que fuera colocado. Seguramente servía para moler cereales. Tal vez con un estudio del hallazgo in situ de paralelos se pueda determinar mejor la función de los recipientes de estas características. En el templo de Luxor y en el de Medinet Habu hemos visto ejemplares similares.