26 de julio de 2016, martes
Jared, el bioantropólogo incorporado este año al equipo, ha empezado a trabajar con los huesos encontrados en campañas pasadas. Su objetivo fundamental es identificar los huesos humanos, pero para eso ha de diferenciarlos de los de animal.
Desde el primer momento está viendo cuestiones curiosas en el material que estudia. El ejemplar de la imagen es un caso aparecido en uno de los primeros días de su labor. Con él podemos ver también cómo se desarrolla el proceso de identificación.
Se trata de un hueso largo. Por su morfología se reconoce con facilidad que no puede ser humano, solo puede ser de un animal. En este caso, de un bóvido. Y, para más precisión, es un metatarso, es decir, el hueso que está en la parte final de la pata, entre los tarsos y las falanges.
Mirado con más detenimiento, lo que resulta más llamativo son los cortes profundos en la diáfisis, la parte central del hueso, que implican un tratamiento de la pata del animal recién sacrificado. ¿Implican un determinado patrón de consumo? ¿y de qué época?
El estrato en que apareció el ejemplar, en la primera campaña, la de 2012, es muy superficial. En toda la estratigrafía alta del yacimiento, al menos en el exterior y sobre la trinchera de Mond, el material antiguo venido de las tumbas de la colina se mezcla con el más reciente producido por los gurnauis que habitaron la colina hasta hace menos de una década.
Las marcas profundas de la superficie que se ven bien en la imagen, en el extremo izquierdo y en el corte en sección en V que ha separado la epífisis , el extremo del hueso, solo han podido ser hechas con un instrumento metálico. Los egipcios antiguos tenían herramientas cortantes de este material, por lo que no puede negarse que los utilizaran algunas veces para cortar ejemplares como el que estamos viendo, pero el metal era muy costoso y, por tanto, de un uso muy restringido; en la vida cotidiana usaban preferentemente el sílex para las tareas domésticas. De esta manera, aunque no podemos concluirlo con seguridad, la posibilidad de que este hueso no sea antiguo es muy alta. Debe de tratarse de un resto reciente, testimonio del procesado de alimentos en las casas de Hurubat, la aldea que se extendía por encima de la TT 209 hasta hace sólo una década.
Desde el primer momento está viendo cuestiones curiosas en el material que estudia. El ejemplar de la imagen es un caso aparecido en uno de los primeros días de su labor. Con él podemos ver también cómo se desarrolla el proceso de identificación.
Se trata de un hueso largo. Por su morfología se reconoce con facilidad que no puede ser humano, solo puede ser de un animal. En este caso, de un bóvido. Y, para más precisión, es un metatarso, es decir, el hueso que está en la parte final de la pata, entre los tarsos y las falanges.
Mirado con más detenimiento, lo que resulta más llamativo son los cortes profundos en la diáfisis, la parte central del hueso, que implican un tratamiento de la pata del animal recién sacrificado. ¿Implican un determinado patrón de consumo? ¿y de qué época?
El estrato en que apareció el ejemplar, en la primera campaña, la de 2012, es muy superficial. En toda la estratigrafía alta del yacimiento, al menos en el exterior y sobre la trinchera de Mond, el material antiguo venido de las tumbas de la colina se mezcla con el más reciente producido por los gurnauis que habitaron la colina hasta hace menos de una década.
Las marcas profundas de la superficie que se ven bien en la imagen, en el extremo izquierdo y en el corte en sección en V que ha separado la epífisis , el extremo del hueso, solo han podido ser hechas con un instrumento metálico. Los egipcios antiguos tenían herramientas cortantes de este material, por lo que no puede negarse que los utilizaran algunas veces para cortar ejemplares como el que estamos viendo, pero el metal era muy costoso y, por tanto, de un uso muy restringido; en la vida cotidiana usaban preferentemente el sílex para las tareas domésticas. De esta manera, aunque no podemos concluirlo con seguridad, la posibilidad de que este hueso no sea antiguo es muy alta. Debe de tratarse de un resto reciente, testimonio del procesado de alimentos en las casas de Hurubat, la aldea que se extendía por encima de la TT 209 hasta hace sólo una década.