Sábado 5 a jueves 10 de marzo
Hacía dos años que no pasábamos por el clima variable de finales del invierno del Alto Egipto. El calor de la campaña en el otoño de 2021 parece que nos había hecho olvidar los amaneceres destemplados, las neblinas lechosas, las polvaredas espesas y los cielos claros y agradables del mediodía. Sin duda, para quienes excavan en el exterior y para quienes transportan capazos llenos de tierra, el final de la jornada se les hace menos agradable de lo que sugieren estas descripciones. Pero todos preferimos esta época del año para nuestra campaña. A mediados de semana, una breve ola de calor nos vino a recordar por unos días lo agradable que resulta venir a la TT 209 cubiertos de gorros y bufandas.
En esta tercera semana hemos continuado la excavación del cauce del wadi, convertida ahora en el análisis de cómo se creó una calle que daba acceso a la tumba. En el centro de esta calzada, visible desde la campaña 2021, destaca un rectángulo de adobes con lados algo menores a 1 m. Su ubicación, en el eje de la puerta que da acceso a la TT 209 y el pie de una mesa de ofrendas adosado a su cara norte permiten interpretarlo como un altar. Un altar en el que se quemarían ofrendas si juzgamos por la capa de cenizas en su superficie. En el área fuera de la esquina sureste del patio, la calzada está rota por la construcción de otra tumba que el equipo egipcio-norteamericano ha despejado en 2021. En los estratos superiores de la calle frente a esa tumba nos ha aparecido una acumulación sorprendente de restos que parecen desechos de una actividad muy intensa en época copta: ánforas, cuencos, ostraca… y algunos restos humanos, momificados, que fueron retirados -sin contemplaciones, o eso parece- de su lugar de descanso. Al terminar de excavar esos estratos medievales, restos de una superficie apelmazada, aparentemente la prolongación de la calzada hacia el norte, rodean el lado oriental del patio de la TT 209.
La mesa de registro y conservación (las mesas, en realidad, pues cada día son más, a medida que van llegando objetos que limpiar, identificar, unir, comparar tipológicamente…) se va convirtiendo en otro polo de atención que atrae las miradas al entrar en las cámaras subterráneas e incluso las visitas con el único objetivo de contemplar el avance de las tareas. ¿Qué estará registrando Begoña ahora, qué estará limpiando Pía? Los ushebtis de la SC2BC2, los de la segunda caja, que se retiraron de la cámara en los días finales de la última campaña, se convirtieron en la primera labor. Sin embargo, pronto fueron perdiendo protagonismo y novedad ante la llegada de otros materiales. Algunos han sido los que iban apareciendo en el trabajo de campo, a medida que la excavación de las dos áreas abiertas daba lugar a hallazgos. Por ejemplo, en la SC3 están apareciendo unas copas pequeñas que no habíamos visto en otras cámaras: probablemente porque estamos documentando enterramientos de una cronología algo diferente a los que habíamos excavado hasta ahora o con un ritual específico.
Otros proceden de campañas previas que son revisados, reciben tratamientos adicionales, o son embalados de otra manera. El conjunto más notable ha sido el de las cuentas de red que cubrían una de las momias de SC3 hallada en 2020. Aunque estas mallas han sido documentadas en varios individuos –este año había un número notable sobre el lateral de un ataúd, en toda su altura– están tan deterioradas por la humedad que son difíciles de salvar. Hemos “tejido” lo que podría ser una réplica del original con las cuentas más completas. Tuvimos que solucionar que no se han conservado apenas cuentitas anulares, las que servían para unir los hilos en la intersección entre las tubulares, de manera que para no mezclar cuentas de procedencias diversas y siguiendo el principio de restauración que las incorporaciones han de ser reconocibles, las uniones se han hecho con cuentas modernas. Estas son azules, mientras que las antiguas parecían blanquecinas durante el proceso de excavación. Pía ha añadido sendos remates que sería imprescindible en la malla original: una línea horizontal en un lado, flecos en el otro.
La fertilidad de la SC3 hace difícil resumir esta semana en un parrafito. Se identificaron otras tres momias, 14 a 16, y se retiraron, así como la 13 de la semana anterior. Todas se han hallado en ataúdes y sobre el mismo estrato y, siguiendo con el patrón de las que aparecieron en días previos, depositadas en una disposición cuidada en paralelo a las paredes norte y sur, a una pequeña distancia de ellas. Su análisis deja un curioso balance de dos mujeres y dos hombres, todos acostumbrados a sentarse en cuclillas, uno de ellos de brazos débiles pero dedos musculosos (hace años que soñamos con encontrar el patrón de inserciones musculares que identifiquen a los escribas “de dedos ágiles”, como los describen los textos egipcios) y otro de brazos robustos. Frente a la postura osiriana de las momias que estaban más altas, estas presentaban los brazos extendidos sobre las pelvis.
Si las momias son llamativas, también lo son los materiales que se colocaron en torno a ellas como ajuar. Las más impresionantes son las ánforas fenicias, algunas completas, en el estrato de las últimas momias, y otras fragmentadas y que María va uniendo con paciencia en las alfombras junto a la jaima. Las de esta semana unen con fragmentos que aparecieron en estratos superiores hace dos años y que testimonian que, en algún momento entre fines de la dominación persa y el periodo ptolemaico, el primer nivel de enterramientos fue revuelto por saqueadores. Siguen apareciendo ushebtis, similares a los de años previos. Se encuentran en niveles controlados estratigráficamente, lo que va a permiten atribuir una cronología a estos tipos tan curiosos, pobres en comparación con los más llamativos de épocas libia y saita, mal conocidos por su falta de vistosidad, pero interesantes como evidencias de un periodo histórico.
Llevábamos unos días pidiendo al propietario de la casa en la vivimos una dikka para el jardín. Una dikka es un banco tradicional del Alto Egipto. Rectangulares, pesadotes y cómodos con unos cojines. Había un par de ellas levantadas sobre un lateral en el entorno de la casa y pensábamos que eran suyas. Incluso habíamos pensado introducir nosotros mismos una de ellas, a pesar de su peso. Y por fortuna que no lo hicimos porque no eran de él. El miércoles al llegar del yacimiento, nos encontramos con una quincena esperando ante nuestra puerta. Estuvimos un buen rato bromeando con la idea de que las peticiones se hubieran encadenado, como en los servidores lentos de internet y que ahora estábamos recibiendo todas de una vez. En realidad, los bancos sirvieron para acoger a los asistentes a una ceremonia religiosa que se celebró en la tarde. Hubo discursos de un sheikh -un tanto sobredimensionados por un altavoz– y después, rezos colectivos siguiendo un ritual sufí que nos resultó muy curioso. Curioso e interesante, pero a distancia, pues no nos atrevimos a salir a la calle y mezclarnos con los fieles, por respeto, para no atraer demasiado la atención y distraerlos de sus motivos devocionales. Al día siguiente no había ya bancos en la calle… pero nosotros teníamos la segunda dikka en el jardín.
8 de marzo
Las compañeras del proyecto que estaban esta mañana en el yacimiento, Pía, María y Begoña, en el Día internacional de la mujer.
Las compañeras del proyecto que estaban esta mañana en el yacimiento, Pía, María y Begoña, en el Día internacional de la mujer.