31 de julio de 2016, domingo

Fernando ha pasado varios días reforzando el pilar suroriental de la PH, que estaba debilitado, y ha continuado consolidando los recubrimientos de las paredes. Para el núcleo interior ha utilizado un mortero acrílico que asegura la cohesión de la fábrica. Pero para la parte visible, como hicimos cuando se recubrió la fachada, hemos recurrido a materiales locales. Tan cercanos que los obtenemos del wadi mismo. No es por una cuestión de sostenibilidad a ultranza. La firmeza de la consolidación y la seguridad que nos proporciona la firmeza del pilar son fundamentales. Pero queremos mantener también un respeto a la tradición del lugar. El sellado de las grietas se hace con un mortero de cal en proporción 3/1. Para este se utilizan áridos y pigmentos que permiten entonarlo cromáticamente y están compuestos de una materia semejante a la de la roca madre en la que se talló la TT 209. La imagen muestra una representación de los elementos naturales y locales que empleamos para esa función: arenas limpias, polvo de caliza –nos lo proporcionan nuestros vecinos del SACP, que están cortando grandes bloques para la reintegración de la tumba de Kalakhamani– y tafla en polvo –el limo que se forma por la decantación del agua estancada tras una riada en el desierto– con la que conseguimos el color final. No puede decirse que no intentemos desarrollar una arqueología ecológica.