12 de febrero de 2018, lunes
Ayer llegó Paloma, antracóloga del equipo, es decir, quien se va a encargar del estudio de los carbones. Por qué hemos incluido a esta especialista: porque en numerosos sedimentos, especialmente en los estratos con los grandes recipientes para ofrendas, se distinguen numerosos fragmentos de madera quemada. Esta mañana hemos podido comprobar que el protocolo que elaboramos para la extracción de los carbones era válido. El método de la flotación, que es el que queríamos utilizar en nuestro yacimiento, está bien ensayado. Pero en todos los casos de los que teníamos referencia se hacía con agua corriente y una red de aguas residuales a la que verter los desechos líquidos del proceso. Y, en nuestro caso, tuvimos que concebir el procedimiento con algunas adaptaciones específicas a nuestro caso.
Como se ve, el proceso consiste en disolver el sedimento en agua, una muestra por estrato. Los carbones suben inmediatamente a la superficie. El agua se vierte entonces a otro cubo a través de un colador en el que hemos puesto unas telas con una trama ancha que deja pasar el agua y la tierra disuelta, pero retiene los carbones. La tierra que queda en el fondo del primer cubo se disuelve en más agua y se vuelve a filtrar. Y el protocolo está funcionando muy bien.
Necesitamos traer una cierta cantidad de agua, mayor que en los días sin este procedimiento, pero la cuestión se resuelve encargando varios viajes más al aguador. La flotación la hacemos en el lecho del wadi, un cauce por donde de manera natural fluye la lluvia, por lo que si se caen gotas no supone ningún problema. Y, por fortuna, tenemos también dónde desechar el agua sobrante sin provocar ningún daño en el entorno: la montaña de sedimentos antiguos que estamos retirando frente a la TT 209 y la que nosotros mismos estamos formando en el wadi con los del interior de nuestra excavación y que quitamos ortodoxamente al final de cada campaña. El agua se seca en la superficie de los escombros inmediatamente, no filtra y no afecta a la roca ni a los estratos antiguos.
Como se ve, el proceso consiste en disolver el sedimento en agua, una muestra por estrato. Los carbones suben inmediatamente a la superficie. El agua se vierte entonces a otro cubo a través de un colador en el que hemos puesto unas telas con una trama ancha que deja pasar el agua y la tierra disuelta, pero retiene los carbones. La tierra que queda en el fondo del primer cubo se disuelve en más agua y se vuelve a filtrar. Y el protocolo está funcionando muy bien.
Necesitamos traer una cierta cantidad de agua, mayor que en los días sin este procedimiento, pero la cuestión se resuelve encargando varios viajes más al aguador. La flotación la hacemos en el lecho del wadi, un cauce por donde de manera natural fluye la lluvia, por lo que si se caen gotas no supone ningún problema. Y, por fortuna, tenemos también dónde desechar el agua sobrante sin provocar ningún daño en el entorno: la montaña de sedimentos antiguos que estamos retirando frente a la TT 209 y la que nosotros mismos estamos formando en el wadi con los del interior de nuestra excavación y que quitamos ortodoxamente al final de cada campaña. El agua se seca en la superficie de los escombros inmediatamente, no filtra y no afecta a la roca ni a los estratos antiguos.