23 de julio de 2016, sábado
Hemos empezado el inventario de los objetos hallados en la antecámara. Todo el material encontrado por ahora en ella ha sido traído por las riadas que han entrado desde el wadi en el interior de la TT 209.
En las primeras de las unidades estratigráficas, las más superficial, encontramos varios envoltorios de plástico que fechamos con precisión gracias a su fecha de producción. Hay bolsas de arroz, de café, dulces, envasados entre 1991 y 1995.
La fecha que nos proporciona esta versión propia de los sistemas de datación es muy significativa. En octubre y noviembre de 1994 se produjeron lluvias torrenciales en Luxor que provocaron una grave inundación en el Valle de los Reyes. Cuatro años después se produjo otra que afectó también a sus tumbas. Los envases que estamos encontrando corresponden a las inundaciones en nuestro wadi de ambos fenómenos meteorológicos.
Como suponemos desde que empezamos a trabajar en Luxor hace cuatro años, las inundaciones que cubren nuestro yacimiento son las mismas que han afectado al Valle de los Reyes y al conjunto de la necrópolis tebana. De manera que podemos informar sobre unos fenómenos que han afectado muy negativamente en el proceso de conservación de las tumbas en la región.
Nuestra propia antecámara es un buen ejemplo. La excavación se está realizando con una dificultad especial. No por dificultades en la interpretación de la estratigrafía, que es relativamente fácil de identificar, con una sucesión de depósitos de riada unos encima de otros, sino por la humedad que hay en la cámara. Las paredes y los depósitos todavía no se han secado. El agua se filtró en la roca caliza y en los limos y clastos traídos por inundaciones precedentes y todavía se sienten en la mano al tocarlos y en el aire al respirar. Veinte años después, los efectos de aquellas lluvias todavía están presentes y son mensurables. Al entrar hoy por la mañana, el pequeño higrómetro que habíamos colocado en el vano de entrada medía 95% de humedad relativa. Dentro de la antecámara o en las dos pequeñas cámaras a las que aquella da acceso, la humedad es aún mayor.
En las primeras de las unidades estratigráficas, las más superficial, encontramos varios envoltorios de plástico que fechamos con precisión gracias a su fecha de producción. Hay bolsas de arroz, de café, dulces, envasados entre 1991 y 1995.
La fecha que nos proporciona esta versión propia de los sistemas de datación es muy significativa. En octubre y noviembre de 1994 se produjeron lluvias torrenciales en Luxor que provocaron una grave inundación en el Valle de los Reyes. Cuatro años después se produjo otra que afectó también a sus tumbas. Los envases que estamos encontrando corresponden a las inundaciones en nuestro wadi de ambos fenómenos meteorológicos.
Como suponemos desde que empezamos a trabajar en Luxor hace cuatro años, las inundaciones que cubren nuestro yacimiento son las mismas que han afectado al Valle de los Reyes y al conjunto de la necrópolis tebana. De manera que podemos informar sobre unos fenómenos que han afectado muy negativamente en el proceso de conservación de las tumbas en la región.
Nuestra propia antecámara es un buen ejemplo. La excavación se está realizando con una dificultad especial. No por dificultades en la interpretación de la estratigrafía, que es relativamente fácil de identificar, con una sucesión de depósitos de riada unos encima de otros, sino por la humedad que hay en la cámara. Las paredes y los depósitos todavía no se han secado. El agua se filtró en la roca caliza y en los limos y clastos traídos por inundaciones precedentes y todavía se sienten en la mano al tocarlos y en el aire al respirar. Veinte años después, los efectos de aquellas lluvias todavía están presentes y son mensurables. Al entrar hoy por la mañana, el pequeño higrómetro que habíamos colocado en el vano de entrada medía 95% de humedad relativa. Dentro de la antecámara o en las dos pequeñas cámaras a las que aquella da acceso, la humedad es aún mayor.