28 de enero de 2018, domingo
Desde la segunda semana de esta campaña habíamos retomado el trabajo en la sala de pilares, pero en esos primeros días la retirada de sedimentos había sido lenta y no parecía avanzar. Los recipientes de cerámica más altos eran visibles desde el fin de la última campaña. Están muy bien conservados, lo que significa que no han rodado o lo han hecho muy poco y deben de estar más o menos donde fueron depositados. Pero por encima de ellos había varias capas altas y extensas de grandes bloques de piedra caliza, caídos del techo durante alguna inundación, una de las primeras que entraron en la tumba, y que hoy fechamos en época persa final o ptolemaica. Hemos estado días retirando esos bloques mientras veíamos las mismas panzas y los mismos hombros de cerámicas esperando a terminar de emerger. Por fin llegamos a ellos, y empiezan a saludarnos, aparentemente contentos de su nueva función de testimonios de la vida real, dos mil doscientos años atrás.